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En sintonía con el frenético compás de nuestros días, la industria de la moda ha establecido un ritmo de consumo insostenible: las marcas lanzan una colección tras otra, empujan a la compra irracional y la vida de las prendas es cada vez más corta. A contracorriente de la moda rápida nace House of Kimane, ubicada en la calle de la Missió, de Palma, y fundada en el verano de 2018 por la joven sueca Sofia Carlsen y su madre, Eva Lundqvist-Carlsen, quienes convierten chilabas y caftanes marroquíes de segunda mano en versátiles kimonos abiertos y confeccionados a medida.

«Nos hemos acostumbrado a un mundo muy rápido, de usar y tirar y no pensamos en las consecuencias. La industria textil es responsable del 10 por ciento de las emisiones de carbono; queremos hacer mejor las cosas. Además, la moda sostenible también es feminismo. Es contradictorio sentirnos empoderadas con prendas fabricadas por otras mujeres que trabajan en condiciones de explotación», afirma Sofia que, tras pasar buena parte de su vida en Arabia y Luxemburgo, llegó a la Isla hace nueve años.

Sofia y Eva adquieren las chilabas de segunda mano en mercadillos de Marruecos, que visitan una o dos veces al año. Ya en Palma, los lavan y reparan rotos y descosidos, después quitan las capuchas y los abren cuidadosamente. «Cada prenda tiene una historia detrás, toda la confección es artesanal. Las mujeres escogen telas, ribetes y botones. A veces no tenemos clara la composición textil, pero suele predominar la seda vegetal del cactus agave, aunque hemos tenido telas de lino, algodón o viscosa», explica Sofia, que una vez ha abierto las chilabas, deja las prendas con el largo original para que cada clienta escoja medidas y personalice su pieza, con el lateral abierto o cerrado, la forma de la manga o el color de los ribetes.

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Botones con historia. Cada uno de los 120 botones que puede llegar a tener una chilaba original está hecho a mano. Sofia y Eva los utilizan para crear accesorios, como pulseras y collares o para decorar zapatos, bolsos y cojines.

«En sueco, måne significa luna, diferente cada noche. Igual que el satélite, cada uno de nuestros kimanes es único. Son prendas atemporales, cómodas y versátiles, pueden llevarse en el día a día o en ocasiones especiales. Al confeccionarse a medida, sientan bien a todo tipo de cuerpos y a personas de cualquier edad. Nuestra clienta más joven tiene doce años y la más mayor 86. Hay un kimane para cada persona», dice Sofia, que habla con orgullo de sus piezas. «Tienen un movimiento muy bonito al caminar y llaman mucho la atención. Nuestro crecimiento ha sido orgánico, el ‘boca a boca’ le ha ido bien a la marca».

Reutilizar

«No queremos desechar nada, siempre pensamos en cómo sacarle partido a los restos de cada prenda», dice Sofia que, en línea con la filosofía de las tres erres –reducir, reciclar y reutilizar– que rodea House of Kimane, utiliza cada retal, ribete, botón o capucha, bien para darle un giro estético a otras piezas, o para fabricar distintos accesorios, como joyas, zapatos, cojines, bolsos, diademas, coleteros y correas, complementos perfectos para sus kimanes.

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Entre el material excedente, el botón es uno de los elementos más interesantes. «En algún caso, una chilaba está cerrada por hasta 120 o 150 botones, cosidos de forma individual. Alguna vez hemos estado dos días para abrir una pieza. Cada botón es distinto, hecho a mano de forma artesanal: tardan entre seis y nueve minutos en hacerlos y según su forma, le ponen nombres de diferentes postres típicos», dice Sofia, que en los cajones de su taller acumula miles de botones de todas las formas y colores.