El fotógrafo ‘montuïrer’ Gaizka Taro retrata a los habitantes y visitantes del archipiélago con una cámara del siglo XIX

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Cuando el filósofo y crítico literario alemán Walter Benjamin, en su ensayo Sobre la fotografía, habla sobre las imágenes del París de finales del siglo XIX del fotógrafo Eugène Atget, afirma que estas logran «absorber el aura de la realidad, una trama muy especial de espacio y tiempo: la irrepetible aparición de una lejanía, por cerca que pueda encontrarse». En esa búsqueda del «aura de la realidad» se halla el fotógrafo montuïrer Gaizka Taro, que recorre el archipiélago balear perpetuando la imagen de sus habitantes y visitantes a través de los retratos a personas anónimas con una antigua cámara de placas del siglo XIX, un proyecto que cuenta con el apoyo del Institut d’Estudis Baleàrics.

«Fotografiar el presente es la forma que tenemos de viajar al pasado. Deseo captar la diversidad de personas que tenemos en Balears, además de acercarles este método fotográfico, divulgar el origen de la fotografía y mostrar cuánto ha cambiado todo. La calidez y el desenfoque que se logra con una cámara de gran formato es incomparable. Aporta volumen a la imagen y hay quien, incluso, dice que se capta el alma del retratado», explica Taro, fundador en 2018 del espacio cultural Cas Retratista, en Montuïri; nació como estudio fotográfico analógico de retratos clásicos, inspirado en el estudio del Carrer Jaume I, en Palma, del retratista Gabriel Ramón, «tomé su manera de trabajar y su pasión por este tipo de cámaras». Hoy, este espacio acoge conciertos, proyecciones, obras de teatro, o recitales de poesía, entre otras iniciativas culturales.

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El amor que Taro siente por la fotografía se remonta a su infancia, aunque fue durante el último curso de Ingeniera Industrial, que realizó de Erasmus en Rumanía, cuando se despertó su verdadera pasión. Pasó seis meses viajando y fotografiando «escenas auténticas de los Balcanes»; de esas travesías surgió su primera exposición. La idea del fotógrafo itinerante es muy atractiva para Taro, «fotografiar a la gente en su entorno es muy diferente a hacerlo en un estudio» y, en esta empresa, una de sus grandes referentes es Dorothea Lange, fotógrafa de la Farm Security Administration, un organismo creado durante el gobierno de Franklin Delano Roosevelt que documentó la pobreza y el éxodo rural en Estados Unidos durante los años 20 y 30.

De este modo, con su furgoneta como cuarto oscuro ambulante, el retratista recorre los municipios de la Isla y en cada lugar toma entre cuatro y doce fotografías, dado lo laborioso del proceso. El retratista viaja con un equipo que pesa más de veinte kilos. La cámara, de fabricación inglesa entre 1890 y 1910, fue adquirida en 2014, en el Estudio Fotográfico Paulino de Palma, y cuenta con un sensor de 24x30 centímetros. «Cuanto más grande sea el sensor, mayor es la profundidad de campo. El resultado es imposible de emular con filtros y retoques, pues tiene que ver con la física y la forma en que capta la imagen», explica.

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El proceso fotográfico no es especialmente largo, pero sí cuenta con una serie de pasos desconocidos por la mayoría. «Hay gente muy impaciente e incapaz de estar quieta. La fotografía dura un segundo, pero en la preparación previa –encuadrar, enfocar, medir la luz e introducir el chasis, que guarda el papel fotográfico–, se tarda unos tres minutos. También hay quien, cuando acabo de tomar la foto, se acerca e intenta verla en el chasis. No comprenden que la fotografía no siempre es instantánea», razona Taro. Laborioso es el proceso de revelado, consistente en cuatro baños –revelado, baño de paro, fijación y lavado–, que Taro realiza en su furgoneta. «En mi caso, introduzco el papel fotosensible en la cámara. Consigo un negativo de papel, e intento tener la mayor gama tonal posible. Uso una mezcla de revelador para película y papel, diluida en agua, y logro que los negativos tengan la mayor cantidad de información posible», explica el retratista.

En La Cámara Lúcida, Roland Barthes afirma: ‘Lo que fundamenta la naturaleza de la Fotografía es la pose (...) En la foto, algo se ha posado ante el pequeño agujero quedándose en él para siempre’. Y en los retratos de Gaizka, la pose se aleja del selfie. «El proceso es pausado, dura unos minutos y la gente tiene tiempo para pensar. No sé en qué piensan, pero deben pasarles muchas cosas por la cabeza. Es un posado auténtico y sereno, con mi cámara han de estar completamente inmóviles», sostiene Taro.

Gaizka ensalza el valor del soporte físico, no solo por la calidad de la imagen, sino por su capacidad de superar el paso del tiempo: «¿Cómo consultaremos dentro de 80 años todas las fotografías que hacemos y nos enviamos por WhatsApp? Creo que nunca se han tomado y perdido tantas imágenes como en la actualidad, porque todo el soporte digital es muy frágil», sostiene el retratista. Hasta el momento, en Mallorca y Menorca ha tomado más de 90 retratos. Esta semana ha visitado las Pitiüses y, después de la debida selección de imágenes, el próximo viernes 22 de septiembre, a las 18 horas, en Cas Retratista, en el Carrer des Pujol, nº 10, se inaugurará la exposición Retrats de les Illes Balears, donde Taro mostrará su obra. Para visitar la exposición, disponible hasta el 3 de noviembre, se puede concertar una cita a través de casretratista@gmail.com, en la cuenta de Instagram @casretratista, o en la del fotógrafo @gaizkataro.