La investigación propone centrar la prevención en las etapas de la adolescencia y la edad adulta temprana. | Josep Bagur Gomila

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Un estudio internacional en el que han participado investigadores del Hospital Clínic-Idibaps, de Barcelona, ha constatado que el cannabis y los cannabinoides pueden tener efectos perjudiciales importantes en los menores de 25 años, con un aumento del riesgo de psicosis incluso con un único consumo. Los doctores Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Clínic, y Joaquim Raduà, jefe del grupo Imagen de los trastornos relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad del Idibaps, han dado a conocer este jueves en rueda de prensa en Barcelona las principales conclusiones de este trabajo.

Los líderes de la investigación son Elena Dragioti (Linköping University, Suecia), Marco Solmi (University of Ottawa, Canadá) y Jae Il Shin (Yonsei University, Corea del Sur). Publicado en el British Medical Journal, la investigación ha puesto de manifiesto que el uso de cannabis puede tener importantes efectos perjudiciales, especialmente durante la adolescencia y la edad adulta temprana, en personas con predisposición o con trastornos de salud mental, durante el embarazo y antes y durante la conducción de vehículos.

El estudio ha consistido en evaluar sistemáticamente las asociaciones entre el cannabis, cannabinoides y medicamentos basados en cannabis y la salud humana a partir de la revisión de 101 metaanálisis (método para sintetizar resultados de diferentes estudios), de los que 50 son observaciones y 51 ensayos clínicos. Joaquim Vieta ha indicado que «de los estudios observacionales encontramos que había evidencia de efectos perjudiciales importantes especialmente en determinados grupos de personas: aumento del riesgo de psicosis en jóvenes, adolescentes y personas con predisposición a tener un problema de salud mental; bajo peso en los bebés de mujeres embarazadas y mayor riesgo de accidentes de coche».

Este especialista ha ido más allá y ha sugerido que las autoridades deberían tomar medidas y no autorizar el acceso al cannabis a los menores de 25 años, incluso prohibiendo que puedan entrar en los clubs cannábicos, ya que el cerebro de una persona termina de desarrollarse y de madurar entre los 25 y los 30 años. En cambio, de los análisis de los ensayos clínicos se desprende que las medicinas basadas en cannabis y/o cannabinoides pueden mejorar ciertas condiciones, como la epilepsia, el dolor crónico, la epasticidad (músculos tensos y rígidos) y la enfermedad inflamatoria intestinal, a pesar de tener efectos secundarios en el sistema nervioso central, han indicado los investigadores. Raduà ha precisado que «también hay evidencia, pero más moderada, tanto de la mejora de otras condiciones como la esclerosis múltiple, como de otros efectos secundarios, los gastrointestinales».

Para Vieta, el estudio es importante porque «nos indica claramente que debe hacerse una prevención del uso de cannabis y derivados en personas de riesgo, que son los jóvenes de menos de 25 años, las mujeres embarazadas y las personas que conducen». «Todas estas personas no deberían consumir cannabis en modo alguno, debería intentarse no consumirlo excepto en los casos concretos en los que se ha demostrado un beneficio clínico», ha considerado.

El cannabis contiene más de 100 cannobinoides, de los que el Tetrahidrocannabinol (THC), que es el componente psicoactivo de la planta de cannabis más importante, y el Cannabidiol (CBD) y que se conoce como cannabis o cáñamo, son los que tienen mayor relevancia clínica. En España, un 3,7 % de la población consume cannabis a diario o casi a diario, con lo que tienen un patrón de consumo de elevado riesgo para la salud, según los datos facilitados por el Hospital Clínic. Un 15 % de la población española de entre 15 y 64 años y un 11 % de los adolescentes (14-18 años) piensa que consumir cannabis carece de consecuencias sobre la salud, según las encuestas Estudes (sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias) y Edades del año 2022 del Ministerio de Sanidad.