Sofía, pintando junto a sus obras, y Surya, que ha pedido en dos ocasiones el permiso a Cort. | Click

TW
2

La calle San Miguel de Palma, al menos el tramo comprendido entre la basílica que lleva el nombre del arcángel y la entrada a la plaza del Olivar, se caracteriza por los artistas que hay en ella y lo que ofrecen. Aunque este tipo de calle se suele dar en muchas ciudades, como en otras ocasiones suele haber un pero, o dos.

Uno, porque no todos los artistas que muestran sus obras en dicho tramo de calle son artistas y artesanos. Y dos, porque los artistas que hay en ella han intentado, al menos en dos ocasiones, pedir al Ajuntament de Palma el correspondiente permiso para estar allí y se lo han denegado. ¿Que por qué? Pues no lo saben. Sin embargo otros, que no son artistas, que se limitan a vender reproducciones o trabajos que no han realizado ellos, sí tienen permiso de Cort. Es más, los permisos concedidos permiten la ocupación de dos metros cuadrados, mientras que muchos ocupan el doble.

Todo esto nos lo han contado tres artistas de ese tramo de la calle San Miguel. Dos de ellos son Marlo y Sofía, que están allí a diario al pie del cañón, mostrando y pretendiendo vender su obra. Y decimos ‘su’ porque la crean ellos, ya bien sobre el lienzo, ya bien en forma de esculturas, algo que también hace Surya, eivissenc pero residente en Palma desde hace años, un especialista en miniaturas que escribe nombres en un grano de arroz, con los que hace un llavero.

Surya, que ha pedido en dos ocasiones el permiso a Cort.

Tramo de calle de San Miguel ocupado –en teoría– por artistas.

Los tres pidieron el permiso en tiempos del Pacte, cuando este negociado lo llevaba Podemos, y ahora, recientemente, cuando el Govern de Cort es del PP con el apoyo de Vox. Y sin darles explicaciones, se lo han denegado. «Bueno, a mí me han dicho que como mi pareja y yo tenemos un taller donde damos clases, no teníamos por qué estar en la calle –dice Marlo–. En realidad –aclara– teníamos un taller, pero por una serie de circunstancias lo hemos tenido que dejar. De ahí que, tanto ella como yo, vivimos de lo que vendemos en la calle»

Por su parte Surya, que tiene la mesa al lado de donde Marlo expone sus pinturas sobre tela, nos muestra la petición que ha hecho a Cort, «la primera, en 2019, que me denegaron, y la segunda hace unos meses, que también me han denegado».

De vez en cuando Sofía saca a bailar a Carlos, el muñeco hecho por Marlo.

El creador de la figura mientras muestra algunos de sus trabajos.

Mientras tanto, como apuntamos un poco más arriba, estos tres artistas, más otros dos, no tienen permiso y no porque no quieran o porque hayan pasado, sino porque Cort no se lo da. Sin embargo, otros que están en esa zona, que no son artistas sino vendedores de artículos que tienen que ver con el arte, pero no creados por ellos, sí que lo tienen. Marlo nos cuenta que vive en Palma legalmente desde hace casi un cuarto de siglo y nos explica que es el creador del Hombre-árbol, Carlos y el Hada, «tres imágenes que hago mover a mi gusto y que son una atracción para la gente que pasa por aquí. Pues por no tener permiso no puedo traer las tres, lo que es un perjuicio no solo para mí, sino para cualquier artista callejero que me pida que se las deje mover, cosa que hago con gusto. Es más, si gana 50 euros en una jornada, yo me quedo 10 y el resto se lo doy a él. Pues también en eso salimos perdiendo».

Sofía, maestra de Bellas Artes y búlgara de cuna pero con 12 años de residencia en Palma, al igual que Marlo tiene permiso de residencia y está empadronada. Ella pinta en directo sobre un caballete en el lugar dónde está, a la vez que de vez en cuando saca a Carlos a escena, con el que baila o deja que baile con él quién lo pida. «De verdad que no lo entiendo, y más cuando Marlo y yo hemos estado participando en la Nit de l’Art tanto en Palma, en el Born, como en s’Arracó, además de haber actuado en el Teatre Municipal Xesc Forteza. Vamos que nos conocen, sin embargo no tenemos ese permiso por una simple razón: no nos lo dan. Ni los de este gobierno, ni los del anterior. En cambio llega otra persona vendiendo fotocopias de un cuadro y sí se lo conceden», lamenta.

Pues así están las cosas. Artistas, creativos, autores de cuadros y esculturas que tratan de ganarse la vida honradamente en la calle San Miguel, sin permiso, mientras que otros que como mucho venden obras que no son suyas, incluso venden láminas o fotocopias, o nada que tenga que ver con el arte, sí lo tienen.