Los Morancos de Triana han acabado entre rejas junto con todo el elenco cómico nacional. El motivo, la entrada en vigor de la Ley Mostaza, que restringe el humor de manera drástica. El reconocido dúo, compuesto por los hermanos Cadaval, presenta en el Trui Teatre -hoy, mañana y el domingo, a las 21 horas-, su nuevo espectáculo Bis a bis, una hilarante trama carcelaria con personajes renovados, momentos musicales y humor de actualidad.
¿Qué puede esperar el público de su nuevo espectáculo?
—Durante seis meses, hemos ofrecido Bis a Bis en Barcelona, en el Teatro Coliseum, y hemos ido a varias ciudades españolas. Ya teníamos ganas de llegar a la Isla. Es un espectáculo súper actual, muy divertido. Merece la pena venir y pasar un rato agradable.
¿Cuál es su relación con Mallorca?
—Mallorca siempre nos ha abierto los brazos, es una ciudad muy hospitalaria con nosotros. Tenemos buenos amigos, vamos a comer a lugares estupendos y conocemos rincones maravillosos. Solo tenemos palabras bonitas.
Llevan más de 45 años en activo, ¿qué espectáculo recuerdan con más cariño?
—Cariño le tenemos a todos, pero siempre nos quedamos con el último. La clave de nuestro éxito ha sido ir cambiando: renovarse o morir.
‘Bis a bis' cuenta con la dirección de Lolo Seda, ¿cuál es su papel en este espectáculo?
—Junto a nosotros dos, Lolo es guionista del espectáculo. Nos acompaña a todas las galas, y es un placer trabajar con él. Todos los días ensayamos, tengamos o no tengamos teatro. Nos entendemos muy bien.
Hace unas semanas, el cómico Jaime Caravaca fue golpeado en mitad de un ‘show' por un comentario, o chiste, que realizó en las redes sociales, y que resultó ser una ofensa. ¿Cómo valoran esta situación?
—Precisamente, en Bis a Bis meten a todos los humoristas en la cárcel por las redes sociales. En el momento en que te equivocas hay gente que, sin conocerla de nada, te pone a parir con toda libertad. En este caso, se puede hacer humor, pero hay ciertas cosas que tienen un límite. Hay que respetar a la gente. El respeto es muy importante en todos los aspectos de la vida, y en el humor también.
¿Se arrepienten de algún chiste?
—Creo que un humorista no debe arrepentirse. Y, si alguna vez mete la pata, y se da cuenta de que la ha metido, lo más bonito del mundo es pedir perdón. Un día puedes tener una palabra mala o un comentario desafortunado. Pero no, no nos arrepentimos de ningún chiste. Siempre hemos sido fieles a nuestro humor, nunca hemos querido herir a nadie.
¿España ha perdido su sentido del humor?
—Creemos que no, pero las redes sociales han cambiado la forma de hacer humor. Hay gente a la que le sienta mal cualquier cosa. Tienes que tener un cuidado mayúsculo. Pero en España sigue habiendo gente con mucho sentido del humor: este es un país que libera alegría, y estoy seguro que volverá a ser lo que era. Porque no nos pueden robar lo más bonito que tenemos.
¿La actualidad política continúa siendo su fuente de inspiración?
—La fuente de inspiración es la vida: la calle, el día a día, lo que te cuenta un amigo, o un desconocido sentado en el banco o el autobús. Intentamos impregnarnos de esa esencia callejera, aunque los políticos nos lo ponen muy fácil.
¿Cómo ven el mundo de la comedia? ¿Tienen ojeado algún nuevo talento?
—Hoy en día los chavales hacen más monólogos que parodias. Sigue habiendo mucho talento joven. Cualquiera que haga feliz y reír a las personas tiene talento.
¿De no haber sido cómicos, a qué se podrían haber dedicado?
—Yo (habla Jorge) hubiese sido veterinario, me hubiese encantado. Pero no cambio mi vida por nada, y César hubiese sido un relaciones públicas excelente.
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