La pintora mallorquina posa junto a dos de sus cuadros en su estudio de Santa Ponça. | M. À. Cañellas

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La vida a todo color no es solo el título de la próxima exposición de la artista Marina Pipkin (Palma, 1991) sino que es el resumen de un viaje de supervivencia contra el cáncer y la muerte. A modo de celebración, la pintora llevará a cabo esta exposición los días 7, 8, 14 y 15 de agosto en el Sunset Market del Boulevard de Puerto Portals. Los fondos que se recauden irán destinados a la asociación La lucha que nadie elige, una entidad centrada en la lucha contra el sarcoma, un tipo de cáncer que tiene incidencia en personas más jóvenes que la media de afectados.

Tras vivir en Londres varios años, Pipkin volvió a la Isla donde trabaja como jefa de proyectos para una plataforma multinacional que provee servicios a empresas turísticas como Booking. Marina narra su historia y la de este proyecto: «Cuando me diagnostican cáncer de mama en mayo de 2023 no estaba mucho para pintar pero sí es verdad que en ese momento descubrí el mundo de la investigación médica. En diciembre del año pasado el resultado dio limpio y supe que quería ayudar como fuese».

La pintora calvianera afirma que «cuando empecé los cuadros eran muy melancólicos. Durante el proceso hubo momentos muy melancólicos; también música… Debes estar muy preparada emocionalmente para pintar un cuadro. He llegado a llorar. Al inicio del proyecto pintaba mujeres hasta la nariz. Desde los hombros hasta la mitad de la cara».

¿Cuál es el por qué de esa decisión inconsciente? La joven recurre a la memoria para recordar como «en ese momento no importa la ropa que llevas, si hueles mal, si te duchas o no te duchas, te da igual consumir, te da igual la tele, hay un momento que no puedes escuchar la música. Hay un momento que llegas al estado primitivo: supervivencia. Y dices, vale, yo existo de hombros para arriba. Me he quedado sin pecho, mi cuerpo apenas se puede mover y mi cerebro no funciona. Y es que de manera inconsciente, pintaba las zonas que aún eran ‘mías’: los labios, la nariz y el cuello».

Los cambios de la vida

Pipkin continúa estirando de este hilo para contar que «este proyecto fue evolucionando a nivel cromático. En las fotos de la primera etapa se ven cuadros tristes en blanco y negro donde a la mujer les falta la cara. Creo que hay un paralelismo entre mi mentalidad durante la enfermedad y el hecho de que cada vez los cuadros tuvieran más color. Muchas de las personas con cáncer que he conocido pasan por esta evolución. Cuando no te pueden asegurar el mañana vives la vida con mucha más pasión. La vida es la ostia y no nos damos cuenta».