Permítanme que antes de comenzar les deslice una pregunta: ¿Cuál es la bebida más antigua de la que se tiene constancia? Hagan juego. Les avanzo que no es el whisky, tampoco el cognac ni el ron. La respuesta es el hidromiel. Con más de 8.000 años de historia, poderosa durante la Edad Media nórdica, con los vikingos como sus feroces embajadores, y eclipsada durante siglos por la cerveza y el vino, el hidromiel vuelve a estar en el foco de atención. En los últimos años su consumo se ha disparado, respaldado en exitosas series como Vikingos, The Last Kingdom o Juego de tronos.
La recuperación de las estéticas medievales ha puesto el hidromiel en un gigantesco escaparate, al que se ha sumado una clientela de paladares ‘exploradores’, animados a probar cosas nuevas. Actualmente, una gran variedad de hidromieles se dan a conocer de la mano de productores artesanos como Sergio Seoane, joven emprendedor creador de El Buho Hidromiel, un comercio palmesano donde se puede degustar y comprar hidromiel.
Se dice que el hidromiel fue creado por los vikingos, de ahí que sea tan popular en los países nórdicos. Sin embargo ya era consumido en culturas anteriores, «desde Egipto hasta Grecia», apunta el experto. El alto precio de la miel y el fácil acceso a las cebadas y uvas le quitó protagonismo en la mesa, al punto de ser desplazado por las cervezas y vinos. A pesar de ello, «en algunos países su consumo ha continuado de manera ininterrumpida durante siglos».
Existe una hidromiel para cada gusto: carbonatadas, secas, complejas como vinos y refrescantes como una cola. Y un dato interesante: son perfectas en el maridaje. Su fórmula es simple: miel, agua y levadura que al combinarse «pueden variar el grado de alcohol, dulzura y sabor según el proceso y los ingredientes añadidos», desvela Seoane, a quien clientes y amigos conocen como Xenxo. Preguntado por su sabor, contesta que «es similar a una sidra pero con un toque distintivo de miel que le aporta dulzura y complejidad».
Se aficionó a esta bebida ancestral «hace más de 15 años, en un bar donde la mitología nórdica era protagonista». Reconoce que le atrapó desde el principio «su dulzura y ese toque rústico, además de la embriaguez tan diferente que ofrece, algo que no había experimentado con otras bebidas». Hoy fabrica su propio producto, que despacha en su establecimiento a «gente curiosa que busca nuevas experiencias, desde aficionados a la historia hasta amantes de las bebidas artesanales y locales». Su producción trimestral alcanza los 500 litros, de los que una parte «se vende fuera de Mallorca». Pero, ¿qué hace diferente su hidromiel? «Usamos productos locales y ofrecemos una amplia gama de sabores. Cada lote es único y cuidamos mucho el proceso artesanal para garantizar la máxima calidad».
Ocho sabores conforman la gama, «aunque algunos van y vienen según la temporada, y también hacemos lotes especiales con sabores más atrevidos». Destacan «la clásica, con frutos rojos, algarroba y ahumada con pimientos de Mallorca». Todas ellas son bebidas nutritivas y saludables que «consumidas con moderación pueden ofrecer beneficios nutricionales gracias a los antioxidantes, vitaminas y minerales de la miel. Incluso su fermentación natural puede generar probióticos, lo que favorece la salud digestiva». En cuanto a su proceso de elaboración, explica que «mezclamos agua con miel, agregamos levadura y dejamos fermentar, luego clarificamos y embotellamos». Este proceso requiere un «seguimiento constante», agrega.
REPITE
Asegura que quien la prueba repite, «tenemos una clientela fiel que aprecia la calidad y originalidad de nuestro hidromiel, incluso muchos vienen a ver el proceso de elaboración, desde la fermentación hasta el embotellado». Y es que su fama y calidad les precede, no en vano ya acumulan más 14 premios, «algunos con un gran impacto internacional, estos reconocimientos nos motivan a seguir innovando y mejorando».
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