Uno de los refranes más conocidos es que quien no tenga cabeza debe tener piernas. La tatuadora Selena López (Palma, 1996) tiene cabeza, piernas y, desde hace unos meses, ruedas, metafóricamente hablando. La joven acaba de estrenar una de las pocas tattoo-vans de la Isla, sino la única. Se trata de una furgoneta Opel Movano de 2016 que funciona como un estudio ambulante.
Perfectamente equipada, este vehículo de siete metros de largo le permite desplazarse a cualquier rincón de Mallorca y trabajar en condiciones óptimas. Lo explica así: «La mayoría de los tatuadores queremos traspasar la manera tradicional en la que se ha tatuado siempre y no limitarnos únicamente a un estudio. Hasta ahora, solo lo podíamos hacer de manera puntual en alguna convención o festival».
Selena tenía la mosca detrás de la oreja hasta que hace unos dos años «me puse a mirar en Google y puse varias combinaciones de palabras hasta que encontré esto. Pensé en trasladar el concepto de los foodtrucks –que son restaurantes móviles– al mundo del tatuaje. Al final, esto es un estudio ambulante».
La tatuadora sigue explicando que «ya cuento con autorización. Estuve un año y medio tramitando el papeleo e informándome de cómo se podía hacer de forma totalmente legal. De hecho, cada vez que voy a tatuar a un sitio tengo que pedir permiso a ese ayuntamiento. En enero empecé a ponerla a punto y terminé de habilitarla a finales de octubre». Desde entonces, la tattoo van ha hecho ya más de cinco paradas. «La primera fue en un evento en Alcúdia y al día siguiente fui a un concierto en el frontón de Sineu. La gente lo flipó. Habré tatuado a unas doscientas personas, seguro. En un día de festival puedo hacer tranquilamente 60 personas en unas siete horas porque son cosas pequeñitas», cuenta. López añade que «estoy supercontenta de cómo todo el mundo ha acogido el concepto».
Sobre esta iniciativa, «creo que es la primera de Baleares, pero en la Península sé que hay dos remolques pero no caravanas. Un amigo me contó que en el festival Canet Rock de Barcelona hubo un autobús con siete tatuadores. Aquí cada cosita está pensada para aprovechar el espacio al máximo. Al final, es como una casa».
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