El dispositivo wearable contiene sensores en los cinco dedos para identificar cada palabra, frase o letra.

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Es posible que cuando leas al respecto de este dispositivo lo veas algo tan evidente que te preguntes cómo no se le había ocurrido a alguien antes. Investigadores de la Universidad de California -UCLA- han desarrollado una prometedora solución para las personas con problemas de audición: un guante que traduce, con sonido, el lenguaje de signos.

La sordera afecta a más del 5% de la población mundial. En España, más de un millón de personas tienen discapacidades auditivas y alrededor de 15.000 utiliza lengua de signos. En Estados Unidos, lugar de origen de este curioso invento, son más de medio millón los ciudadanos que usan la versión americana del lenguaje de señas.

El problema principal del lenguaje de signos es que, si bien es una manera muy útil de comunicarse para quien lo conoce, son pocos los que lo dominan fuera del entorno familiar de las personas afectadas por la sordera. Por ello el guante traductor es tan buena idea: solo tienes que ponértelo en la mano y el procesador integrado será capaz de hablar por ti, traduciendo los movimientos de los dedos con una precisión del 98.63%, aseguran sus creadores.

El mecanismo es sencillo: el dispositivo cuenta con unos cables que pueden rastrear las posiciones de los dedos y, en un segundo, enviarlas a un procesador integrado capaz de traducirlas, el cual por su parte envía los resultados mediante bluetooth a una aplicación complementaria en tu teléfono que lee las palabras en voz alta. El lenguaje de signos americano cuenta con más de 600 signos y este guante puede comunicar todos y cada uno de ellos.

Hasta el momento, por lo general, las soluciones tecnológicas que se habían propuesto para eliminar esta barrera habían sido todas visuales. Sin embargo, en este tipo de propuestas juegan un papel importante otros factores externos como la iluminación. El guante traductor no necesita luz.

Asimismo, según el medio Fast Company, este gadget es barato de crear: construir la versión de laboratorio apenas cuesta 50 dólares y, según el director de la investigación, su producción en masa sería todavía más económica.