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En el transcurso de las próximas semanas, al finalizar el proceso electoral abierto, Llorenç Huguet cerrará los dos ciclos en los que ha estado al frente del Rectorado de la Universitat de les Illes Balears, dieciséis años en total; el más largo acumulado en la historia de la institución. Durante esta etapa, la UIB ha logrado consolidar su papel de servicio a la sociedad balear, siendo –entre otros– la creación de la Facultad de Medicina uno de los hitos más destacados. Fue la culminación de una vieja aspiración ciudadana y debe suponer la apertura de una puerta a la ampliación de nuevos estudios y un gran salto para la investigación científica.

Localismo y universalidad.
A pesar del reducido tamaño de la Universitat, es innegable que el cuerpo docente no ha renunciado a mantener universalidad que como concepto es inherente a los estudios universitarios. En estos momentos, la UIB destaca por su nivel en determinadas disciplinas y algunas de las empresas vinculadas trabajan en proyectos de investigación de primer orden mundial. Sin embargo, como destaca Huguet, la financiación sigue siendo la gran asignatura pendiente de la UIB. La falta de una adecuada dotación financiera lastra la expansión cualitativa de nuestra universidad, un déficit que debe corregirse.

El salto definitivo.
El legado de Llorenç Huguet al frente de la Universitat debe completarse, como él mismo admite. La ampliación de la oferta de grados y de la residencia de estudiantes son dos cuestiones importantes que quedan pendientes y que su sucesor en el cargo –en la actualidad hay dos candidaturas presentadas– deberá acometer con urgencia. La UIB es ya un ente imprescindible para el diseño del futuro de nuestra sociedad. En sus aulas y laboratorios se forja mucho más que la formación académica de sus alumnos; se forja el futuro de Balears para las próximas décadas.