Superado el ecuador de la legislatura municipal en Palma, los barrios mantienen inalteradas la práctica totalidad de sus reivindicaciones frente al gobierno de Cort. Cuestiones relacionadas con la seguridad, la convivencia vecinal, la limpieza, el deterioro inmobiliario, ... se reiteran, con mayor o menor intensidad, en la radiografía periodística de la situación. Las carencias afectan de manera transversal a todo el municipio, una coincidencia que debería alertar al equipo que lidera el alcalde, José Hila; unas advertencias que, al fin y a la postre, canalizan las asociaciones de vecinos pero que surgen de los propios ciudadanos.
Prioridades alteradas
Uno de los aspectos más sorprendentes del repaso a los principales barrios de Palma es que en ninguno de los casos figuran cuestiones que, a tenor de sus manifestaciones, los actuales gestores de la ciudad consideran de la máxima importancia. Hay una disonancia preocupante entre las prioridades políticas del gobierno municipal y las demandas ciudadanas, muchos más básicas e importantes. La sensación de abandono se extiende a medida que pasa el tiempo y las soluciones no llegan, incluso en áreas y competencias que son responsabilidad directa de Cort. Resulta difícil encontrar, en etapas anteriores, un escenario de desconexión con el latir de la ciudad como en la actualidad.
Compromisos políticos
Da la impresión que en el Ajuntament de Palma se están imponiendo los compromisos políticos electorales, todos respetables, sobre la prestación de los servicios esenciales para cualquier ayuntamiento. La dinámica actual parece desembocar en un callejón sin salida, en la que Cort y los palmesanos habitan mundos paralelos; todo un contrasentido para una ciudad que hace unos años estaba señalada como una de las mejores ciudades del mundo para vivir, según proclamó The Times hace sólo seis años.
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