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Llorenç Galmés, presidente del Consell de Mallorca, se ha marcado como prioridad mejorar el tráfico en la Isla. Sin duda, eso pasa en gran medida por desatascar los accesos de Palma, que en las horas puntas se convierten en auténticas ratoneras, especialmente el tramo de la vía de cintura que confluye con la autopista de Inca. No es el único. En la rotonda de la carretera de Sóller con el polígono de Son Castelló también se registran a diario colas y retenciones, y los conductores tienen que armarse de paciencia para llegar a sus puestos de trabajo. Es una realidad que desde los municipios colindantes o próximos con la capital balear, en especial Calvià, Llucmajor, Bunyola y Sóller, el volumen de vehículos que se dirigen a diario a Ciutat es enorme y, de igual manera, es un hecho constatado que la actual red viaria es insuficiente para absorber semejante magnitud.

No consumir territorio.

La solución, sin embargo, es compleja. Debe evitarse consumir territorio y, en este sentido, el Consell tiene previsto un paquete de medidas que pasan fundamentalmente por reorganizar la vía de cintura, un carril cero en Can Valero y mejorar las actuales rotondas. Se trata de agilizar la circulación con las actuales infraestructuras, un reto complejo teniendo en cuenta que el tráfico cada día crece en Mallorca y cualquier obra de cierto volumen afecta a la circulación.

Una ciudad más sostenible.

Los esfuerzos de Galmés y su equipo de trabajo son loables porque Palma ya tiene poco que envidiar a las urbes eternamente colapsadas y es necesario ejecutar algún tipo de plan. En realidad, si las autoridades no adoptan medidas eficaces, los atascos –que ya son diarios en verano– condicionarán el día a día de los residentes y su calidad de vida. La saturación de las carreteras de Mallorca, y en este caso concreto los accesos a la capital, tiene que figurar en la agenda del Consell como un objetivo prioritario.