Ya pasaron las celebraciones de Pascua y Semana Santa. La mayor parte de la población vivimos estas fiestas cristianas con mucho gozo y alegría. El recuerdo de la Pasión, muerte en la cruz y resurrección de Jesucristo es para los creyentes un momento muy señalado en el calendario. No olvidemos tampoco el marco culinario que pone la guinda sabrosa en el paladar de los isleños. Como manda la tradición (y en casa, aunque nos adaptamos a la deriva del mundo, por lo menos consideramos las tradiciones propias como sagradas e intocables), comimos lo que tocaba. De panades, unas cuantas, de pollo con guisantes y masa integral, que son las que más nos gustan. Y comimos también robiols caseros (rellenos de confitura de albaricoque hecha con nuestras manitas) y crespells con receta familiar de la abuela. Todo exquisito. Y que no se me vaya a olvidar, también comimos el típico frito de Pascua. Comimos bien, respetamos la tradición, pero también compensamos en las comidas, porque si algo tenemos claro es que debemos cuidarnos.
Continuamos
17/04/21 4:01
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