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Celebramos esta semana el Día de África. Es una oportunidad para que los africanos recuerden que el 25 de mayo de 1963, 32 países africanos firmaron la Carta de la Organización de la Unidad Africana (OUA). Más tarde se convirtió en la Unión Africana (UA). Sólo treinta de ellos eran independientes del dominio colonial en ese momento. La carta fundacional demandaba una mayor unidad entre los países africanos. Apoyó la independencia de los países africanos del colonialismo y el Apartheid y promovió la cooperación económica y política con el objetivo de que todas las personas en el continente vivirían libremente y en prosperidad.

Desde África no llegan siempre malas noticias. En el caso de la COVID-19, y según las cifras oficiales, es el continente en el que han muerto menos personas por coronavirus, a pesar de que, al inicio de la pandemia, llegaron a hacerse las peores previsiones para esta región. La Comisión Económica de la ONU para África (UNECA) calculó en abril de 2020 que más de 300.000 africanos podrían morir por la pandemia, pero hoy las muertes no superan las 130.000. A nivel económico, el pasado 1 de enero entró en funcionamiento el Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano (AfCFTA), que pretende crear el mayor mercado único de productos y servicios del mundo. Aunque es pronto para conocer los resultados, esta fase operativa es el inicio de una ambiciosa apuesta continental que persigue más crecimiento económico, un aumento de la inversión extranjera y una mayor industrialización de África.

Los retos para África a nivel externo se basan en renovar el discurso y la imagen que se tiene de África en el mundo. Esto pasa por la lucha contra el racismo estructural global que sufre el continente. Según un informe de la fundación española Alternativas, presentado esta semana por Elsa Aimé , se habla de elementos «lógicos racistas y desiguales» que desequilibran la relación entre la Unión Europea (UE) y África; como bien cita ese informe, el «racismo estructural global» sigue determinando el desarrollo del continente en cuestiones como la vacunación y la gestión de la pandemia. Cuestiones cómo las políticas y la diplomacia migratorias se enfocan de manera «condescendiente».

A nivel interno, el continente está llamando a la lucha por un desarrollo inclusivo y sostenible que le garantice el bienestar de sus pueblos. Para conseguirlo, a nivel económico, necesita dotar la Zona Continental Africana de Libre Comercio de las herramientas necesarias para su buen funcionamiento. Este mercado común puede ser una oportunidad para sacar a millones de personas de la pobreza. Por otro lado, hay que mejorar las infraestructuras y apostar por la libre circulación de mercancías y personas.

Por último, el reto más importante que le espera al continente es la lucha contra las desigualdades, proteger los derechos de la infancia, lanzar el empoderamiento de la mujer, respetar las libertades y defender los derechos de sus ciudadanos. Como bien dice un proverbio suajili: «Si no tapas los agujeros, tendrás que reconstruir las paredes». África está citada a cuidar lo que ya tiene para poder afrontar los desafíos del futuro.