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Dicen que el uso del catalán está retrocediendo entre nosotros. La mayoría de nuestros ciudadanos lo entienden y hasta lo saben hablar, y sin embargo solo el 33 por ciento de la población lo utiliza de forma habitual. Dicen también que en los últimos 15 años el catalán ha perdido medio millón de hablantes. Entre los jóvenes, solo un tanto por ciento bajo dice hablar habitualmente en catalán –20 por ciento en Barcelona. En el mundo digital el catalán no ha logrado imponer su presencia. Esto significa que está poco presente en los videojuegos, en los contenidos audiovisuales, en las aplicaciones de móviles, en los canales de internet, etc. El catalán parece estar al borde de una situación de emergencia lingüística, que es lo que ocurre cuando una lengua es hablada por menos del 30 por ciento de la población.

Los integrantes de mi generación fuimos educados en castellano y algunos aprendimos catalán por nuestra cuenta. Sin embargo el catalán –una variante del catalán– era la lengua que usaba todo el mundo en la calle, y ahora en algunos territorios ya no es así. En algunos lugares la gente sigue hablando siempre en una variante del catalán, y cuando se manda mensajes por wasap se inventa prácticamente todo, de modo que a veces resulta difícil entenderlos. No han querido aprender las normas de la lengua. Y luego se da el caso contrario, los que condenan todo aquello que se salga de la norma, aunque lo hayan usado nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos.

Otros son aún más radicales y afirman que no hablan una variante del catalán, sino una lengua que se llama mallorquín, menorquín o ibicenco, y en todo caso dicen que estas variantes son dialectos del castellano, como el andaluz. ¿Qué es lo que deduzco yo? Pues que somos pocos y mal avenidos. O como dicen los que saben: «Divide y vencerás». En tiempos decían aquello de que cuando un bosque se quema algo tuyo se quema. Así pues, cuando una lengua se muere, algo nuestro se muere. Se muere todo un pueblo, puesto que la lengua es la forma de expresión y lo que da carácter a un pueblo.