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La verdad es que uno, ingenuo que es, quiere creer en la democracia que debería de habitar la mente de los demócratas. Por eso, después de la lucha intestina que hubo entre los dos grupos de personas o sensibilidades políticas que coexisten en el PI y las posteriores elecciones, soñaba con que los resultados de estas serían aceptados por todos y entonces los miembros del partido de centro derecha se pondría a trabajar olvidando las heridas de una campaña visceral que tendría que haber sido resuelta a puerta cerrada en lugar de dar un espectáculo del que solo han salido ganando los otros partidos… Pero está claro que ni los políticos de aquí ni los de allá van sobrados de ese altruismo que te lleva a relativizar tu importancia por el bien del partido y su ideología y, sobre todo, por vergüenza y dignidad ante tus votantes. Pero no sucede así. Basta ver el espectáculo del PP de Madrid con su lucha entre Casado y Ayuso, y el silencio del yuppy presidente Sánchez y los de Podemos –esos comunistas que, al tocar poder y dinero se han dejado comprar por los capitalistas– ante los graves problemas sociales que nos dañan, para entender mis palabras. Es una auténtica tortura y vergüenza ajena tener que mirar o leer las noticias con un poco de profundidad o espíritu crítico. Pero, en fin, que uno soñaba que un partido político tan pequeño como el PI y con tan poco poder, después de las graves crisis de antaño, no se le habrían colado personajillos de tan poca altura. O somos demócratas o no lo somos. Hubo un congreso y unos resultados. Punto. A partir de ahí ya no caben más discusiones y, en caso de haberlas, tendrían que ser mantenidas a nivel interno y sin seguirle dando cuerda a un circo que ha dejado de ser gracioso y ya casi se ha convertido en una tragedia para el propio partido. ¿Es justo que un partido o una ideología con miles de afiliados, desaparezca por el mal hacer o el sentido poco democrático de sus gobernantes…? ¿O es una grosería imperdonable? Pues ni una cosa ni otra: el hecho solo pone en evidencia esa endogamia llena egos que se ha apoderado, cuando jamás tendría que haberlo hecho, del poder político. Y es que a todos se nos exigen unas cualidades para trabajar… menos a ellos.