Palma11/02/22 4:00
Fue un sueño muy especial: Una inmensidad desértica que daba escalofríos por la desolación, angustia y fría soledad, donde solo se podía percibir el eco de unos gritos que herían el alma: ¡polvo, ceniza, humo, viento y nada! que se repetían con insistencia desafiante. Pero en medio de aquel infinito arenal algo prodigioso había ocurrido, allí estaba una exuberante flor, sostenida por un tallo espléndido, como una azucena, capaz de crecer en la arena. Me desperté y en seguida me levanté con unas enormes ganas de interpretar aquella extraña visión y aplicarla a mi propia vida.
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