La eurodiputada Rosa Estarás, del Partido Popular, se habrá quedado descansando, muy aliviada, tras haber hecho esta semana la pregunta a la Comisión Europea sobre si se podía limitar la compra de viviendas a los no residentes en Balears. Es decir, a los ricos de Europa. La respuesta la sabíamos de antemano: No, por el momento. O sea. No. Según un artículo del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, no se pueden poner restricciones a que el capital se mueva para comprar bienes inmuebles. Cómo iba a decir que sí Europa si son los principales clientes de este territorio que lleva décadas vendiéndose al mejor postor. Europa no es Canadá.
El paripé viene servido desde el propio Ejecutivo balear que un día da alas a mantenernos atentos y no estar encantados de ser comprados por los ricos europeos y otro día se pone morada a auspiciar restricciones a ser vendidos. Tras la caída esta semana de bancos de la rica California, uno recuerda el desplome de Lehman Brothers y las secuelas de las que aún no nos hemos recuperado. Las caídas de los bancos evidencian lo abstracto que es el dinero si se deposita en sus oficinas, cada vez menos, por cierto, y lo real que se vuelve si lo quieres sacar y no puedes. Los bancos juegan con ese vacío existencial del dinero. No tenerlo si que te deja en el abismo del ser o no ser.
Ya han avisado del rebrote en el mercado balear de la caída, primero del Silicon Valley Bank, y del posterior descalabro del Credit Suisse. A ver qué consecuencias acarrean al mercado inmobiliario de Balears los sucesivos desplomes en las Bolsas y bancos europeos, incluyendo los españoles que ya este lunes retrocedieron en más de once mil millones de euros. Nada más volátil que la vida. Los mercados son un reflejo evidente de los fugaces que son los pronósticos. Con todo lo que estamos viviendo en los últimos años, pandemia de la que aún no hemos salido, guerra en Ucrania, o sea, a dos pasos de la Europa que nos compra en Balears, Norteamérica, Rusia y China jugando a ver quien la tiene más larga, más los síntomas alarmantes del cambio climático y ahora estos desplomes que nos devuelven a las ciénagas de gestiones perversas en los mercados financieros, donde la banca siempre gana por más caída que se presente, da para mucho sofá y sesión de series.
Así es que la pregunta de la señora Estarás en Europa está de más porque sabíamos que nuestro territorio es un valor seguro para los actores de la transacción, no para el público que asiste con mascarilla a la epidemia del Se Vende. En una isla que anda destripada en algunas de sus ciudades como la propia Palma, con un síntoma más de estar enfermos de precampaña ya que no hay previo electoral que no se sirva con obras en la vía pública, algunos sacarán beneficio del desplome en Bolsa y además comprarán con el beneplácito de Europa. ¡Qué alivio!
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