TW
1

El aumento de precios que han experimentado los países desde marzo de 2022 ha traído viejos temores sobre los efectos de la inflación. Es cierto que los precios aumentaron tras la invasión rusa a Ucrania y que esto afectó a una serie de commodities importadas. Sin embargo, es importante comprender cuánto han aumentado los precios, la naturaleza de la inflación que hemos experimentado y la reacción de los bancos centrales.

Sí, en 2022 y 2023, la inflación ha sido superior a la de años anteriores en la mayor parte del mundo. Sin embargo, a la luz de los principales informes sobre inflación del último año, parece que hemos presenciando y sufrido un episodio de hiperinflación. Economistas como Ken Rogoff, Larry Summers o Frederick Mishkin, e informes de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el FMI y el Banco Mundial alertaban en 2022 sobre las calamitosas consecuencias de la inflación. En particular, esgrimían que una vez que la inflación comienza, se vuelve incontrolable. Además, aseveraban que la inflación perjudica al crecimiento económico. Los bancos centrales de las economías avanzadas decidieron aumentar las tasas de interés y los de muchos países en desarrollo aplicaron la misma medicina para evitar la salida de capitales y la depreciación de la moneda.

¿Es cierto que la inflación de 2022 y principios de 2023 fue tan elevada? Para evaluar qué tan grande ha sido el aumento de los precios, necesitamos algunos puntos de referencia históricos. La investigación sobre el tema también aclara la cuestión. Los economistas han aceptado desde el estudio de Philip Cagan (1956) que la hiperinflación se refiere a una inflación superior al 50 % durante al menos un mes. Según esta definición, no ha habido episodios de hiperinflación en las economías de mercado avanzadas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Se han producido episodios de hiperinflación en las exrepúblicas soviéticas después del colapso de la URSS (terapia de choque, desregulación repentina de precios) y en algunas naciones latinoamericanas y africanas. ¿Qué más sabemos sobre la hiperinflación? Primero, que, con algunas excepciones, no duró años. Segundo, que se asocia a condiciones extremas (guerra, agitación política y mala gestión, o la transición de una economía de mando a una de mercado).

Por otro lado, no hay evidencia empírica que sostenga que una vez que la inflación comienza a acelerarse no se detiene. Es probable que esto suceda solo cuando la inflación supere el 40 %. Cuando la inflación es menor a esa cifra, no se acelera. Por lo tanto, no hay evidencia de que la inflación se acelere y se vuelva incontrolable.

¿La inflación ahoga el crecimiento económico? No, esta es otra afirmación infundada. Bruno y Easterly (1998) hallaron que solo una inflación superior al 40 % estaba asociada con un crecimiento significativamente menor. En muchos casos, de hecho, la relación entre inflación y crecimiento es positiva (cuando la inflación está dentro del rango moderado). La investigación también señala que lo que hace que la producción disminuya no es la inflación sino los incansables esfuerzos por reducirla.

Dada esta revisión de lo que los economistas saben sobre la inflación, es sorprendente que los gobiernos y los bancos centrales de todo el mundo pongan la reducción de la inflación en el primer lugar de sus agendas. No pretendemos desestimar los recientes aumentos de precios, pues sabemos que afectaron a la vida de muchas personas. Pero las bruscas medidas implementadas para acotarlos pueden poner en jaque al sistema financiero y a la economía mundial.