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Entre las víctimas olvidadas de la Guerra Civil destaca una especialmente singular. El capitán Claudio Gil Alós era republicano y lo fusilaron los propios republicanos en Menorca. Durante años se han dado diferentes versiones de lo ocurrido hasta que ahora el historiador Juan José Negreira ha abordado el caso a fondo en su libro Menorca 1936. Concluye que la causa fue el arribismo político, la lucha por el poder. El brigada Pedro Marqués lo mandó fusilar para mantenerse como comandante militar de la isla porque Gil Alós tenía mayor graduación y merecía el puesto.

Claudio Gil Alós era natural de Moncofa (Castellón) y desde 1935 cumplía destino en Menorca como capitán de Infantería. Cuando se declaró el golpe de Estado, tenía 37 años y estaba al mando de una compañía de ametralladoras en Ciutadella. Según Negreira, «era manifiestamente republicano» y cuando llegó el momento clave puso la ciudad a las órdenes del «gobierno legítimo». Los golpistas mandaron entonces allí al comandante de Artillería Gabriel Seguí para convencerle. Hubo una reunión muy simbólica en el puente del puerto entre ambos oficiales. El destino de la ciudad y de la isla se decidió en un breve diálogo entre calles desiertas. Gil Alós se mantuvo firme y desobedeció la orden de su superior.

Tuvo que ser un teniente que acompañaba a Seguí el que leyó el bando frente al Ayuntamiento a las 14 horas del 20 de julio. El comandante ocupó el edificio y disolvió el Consistorio de mayoría socialista, pero pronto le llegarían malas noticias: los líderes del golpe habían sido detenidos en Maó, Madrid y Barcelona. Gil Alós repartió entonces armas entre los obreros y dio un vuelco a la situación en Ciutadella. Detuvo a Seguí y presidió la restitución de los regidores socialistas.

Al día siguiente, se trasladó a Maó para tomar el control de toda la isla porque era el oficial de mayor graduación fiel al Gobierno de la República. Allí chocó con el brigada Pedro Marqués, un suboficial que ejercía ahora de comandante militar de Menorca. Este reaccionó mandando detener a Gil Alós bajo la acusación de «traidor» por querer enviar armamento al enemigo. Negreira dice que la razón real era que no quería ningún militar de graduación en libertad: «Ebrio de ambición y de alcohol, actuó impunemente desde el principio».

El día 2 de agosto, tras conocer las noticias de la represión en Mallorca, Marqués ordenó fusilar sin juicio previo a los 12 cabecillas del golpe. Entre ellos incluyó, incomprensiblemente, a Gil Alós. También estaba el general José Bosch. Sin embargo, salvó a uno de los máximos responsables, el coronel Arturo Guerrero, porque le debía un favor.

El asesinato fue en una calita conocida como Els Freus, justo a la entrada de la Fortaleza de La Mola, en la bocana del puerto de Maó. Hoy todavía hay allí una cruz que lo recuerda. Los responsables de Memoria Democrática no la han destruido porque está en zona militar. No hay ninguna inscripción ni información alguna. Solo el viento conoce las últimas palabras que pronunció aquel leal capitán ante el pelotón de fusilamiento. Paradojas de la vida, está enterrado en el panteón de Caídos por Dios y por España.