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Dándome una vuelta por la capital de nuestras islas y visitando esos establecimientos que tanto me gustan y donde tantos años después aún siguen vendiendo toda clase de libros y cómics (y que dure, y desde aquí un aplauso enorme a nuestros libreros y libreras, vendan los productos que vendan), me encuentro con la maravillosa sorpresa de una nueva edición de un viejo clásico al que un rijoso y perverso (que no pervertido) como yo echaba mucho de menos: se trata del La Guía Sexual de Titeuf, un libro protagonizado por el simpático personaje de cómic creado por Zep (y si no lo conocen, les insto a hacerlo), a quien en este caso Hélène Bruller echa una mano para hacer una guía precisamente de eso que siempre hace tanta falta pero más en estos tiempos en los que está todo tan a golpe de clic, es decir, de educación sexual, con la particularidad de que en este caso está dirigida a los y las peques que ni siquiera han llegado a la adolescencia. Y no estoy haciendo publicidad gratuita, porque eso ya lo llevo haciendo todos estos años en los que era casi imposible de encontrar, sino celebrando que por fin esté de vuelta una preciosa herramienta para que en esta época nuestra la gente (pequeños y mayores, así en general) pueda aprender unas cuantas cosas sobre sus cuerpos y sus funciones (y sus placeres), y ya que estamos, sobre la comunicación humana entre distintas generaciones, que tan importante es ahora y siempre.