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El general José Falcó Rotger nació en 1936 y sigue en plena forma. Su casa de Palma está cargada de libros, fotos y recuerdos de sus campañas en África con La Legión. El otro día me recibió en su salón para hablar de su padre cuando yo he publicado que fue el autor de un asesinato en la Guerra Civil. La situación era muy tensa. Estaba ante un exlegionario de 87 años curtido en mil batallas dispuesto a defender la memoria de su familia. Además, es el hijo póstumo de la Batalla de Mallorca porque nació poco después de que su progenitor perdiera la vida en ella.

Su padre, José Falcó Oliver, era maquinista naval y volvió a Palma justo antes de la guerra después de 14 años embarcado. Con 36 años de edad, se casó con su novia de toda la vida, Francisca Rotger Fiol, y enseguida ella se quedó embarazada. Tantos años de espera habían valido la pena. La guerra truncaría todo eso: como afiliado a Falange, se puso a la orden de los golpistas y participó en arrestos ilegales. El 30 de julio de 1936 llevaban detenido al comunista Andrés Riera Enseñat cuando este intentó escapar lanzándoles un vaso de agua. Falcó desenfundó su pistola y le acertó dos veces en la cabeza. La Guardia Civil abrió una investigación y comenzó a interrogar a los testigos.

Tres semanas después, Falcó participaría en la batalla contra los republicanos desembarcados en Porto Cristo. Lideraba un grupo en el asalto a Can Servera cuando un enemigo le acertó desde una ventana. La bala entró por el hombro y le afectó a la columna. Estuvo dos días luchando por su vida. Los médicos decían que, en el mejor de los casos, jamás volvería a andar. Su hijo cuenta una anécdota: como su padre era muy fumador, pidió un pitillo a su hermano Juan, alcalde falangista de Felanitx, y este se negó debido a su estado.

Siempre se arrepentiría porque José falleció a las pocas horas.Su hijo nacería un mes después. El hijo póstumo de la batalla creció solo con su madre, que no se volvió a casar, y una pequeña pensión de viudedad. Eligió la carrera militar y llegó a general de Infantería y gobernador militar de Mallorca en 1993. «Yo no puedo odiar al que mató a mi padre porque fue en acción de guerra. Otra cosa son los fusilados. No quiero darte un dato que pueda mancillar la memoria de mi padre. Para mí fue un héroe que dio la vida por lo que creía justo. No se puede decir que fuera un asesino. Hay que ver el contexto. Le atacaron con una jarra y el proceso judicial concluyó que fue en defensa propia».

«¿Se puede llegar a querer a un padre que no has conocido? A mí me pasó. Tengo su figura idealizada. Era muy simpático, con espíritu aventurero. Estuvo en EEUU y Argentina. Todo el mundo habla bien de él en Felanitx. Incluso los del otro bando han sido siempre cariñosos». «Ahora hay una memoria de un bando. Me parece bien que recuperen los restos de los desaparecidos, pero no que busquen venganzas y rencores. Me molestó que quitaran la placa a los caídos de Felanitx. Mi padre aparecía el tercero».
Regresé a mi casa andando. Estaba solo a dos calles. Me acordé de que mi amigo Carlos, nieto del comunista Andrés Riera, vive casualmente también al lado. Pensé que compartirían supermercado y esas cosas, pero nunca sabrían el uno del otro.