El 31 de julio del año pasado, pocos días después de ser nombrado Le Senne presidente del Parlament balear, publiqué en Ultima Hora un artículo sobre su nominación en el cual delataba mi asombro por nombrar en pleno siglo XXI a un personaje como él para un cargo tan conciliador. Lo veía, guiándome únicamente por sus comentarios, y tal como ha demostrado ahora fehacientemente con su comportamiento exhibido ante una fotografía de Aurora Picornell asesinada por los franquistas durante la guerra, de ser incapaz de soportar la mínima tolerancia ante la discrepancia. Y esto no es más que la demostración de que su anquilosamiento mental le impulsa al ejercicio de la fuerza por ser incapaz de entender, compartir o debatir consideraciones opuestas. Se pueden tener ideas muy diferentes entre personas o grupos, pero cualquier intento de eliminar la disidencia por la fuerza es un síntoma inequívoco de una intolerancia que no debería caber en un parlamento democrático.
El caso Le Senne
Palma17/07/24 0:30
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