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El teniente coronel García Ruiz fue el gran héroe del bando sublevado en la Guerra Civil en Mallorca. Si hay que citar solo a una persona como su «salvador», todo lo señala a él. Como gobernador civil, obedeció ciegamente a Franco y ejerció una eficaz represión contra los izquierdistas en los primeros días. También fue el comandante de las fuerzas que vencieron en la Batalla de Mallorca. Después siguió la campaña en la Península, donde ascendió a general y, tras la guerra, el Ayuntamiento de Palma lo nombró hijo adoptivo de Mallorca, un título que todavía posee.

Luis García Ruiz era de Málaga e hijo de coronel. Cuando estalló el golpe, tenía 59 años, de los cuales llevaba 38 en Mallorca y tenía seis hijos. Su mujer era Isabel Rosselló Alemany, una importante terrateniente dueña de Cala Major y fincas en Manacor. García Ruiz tenía muchas ocupaciones: era presidente del Círculo Mallorquín, profesor e ingeniero civil. Sus principales obras son el tren a Santanyí y los primeros terrenos ganados al mar en Palma. Como comandante militar, declaró el estado de guerra en la Revolución de Octubre de 1934 y destituyó al alcalde republicano Emili Darder. Aquello provocó que le relegaran tras la victoria electoral de la izquierda en 1936.

Destacó sobre todo por dos cualidades: energía y decisión. El escritor Josep Maria Tous i Maroto afirmó que, «gracias a la energía de García Ruiz, fueron destituidas las autoridades del Frente Popular y encarcelados los elementos levantiscos». «Hemos de guardarle eterno reconocimiento por su brillante actuación militar cuando el desembarco de la horda marxista». Sin embargo, el comandante Torres Bestard dijo de él que fue «bueno en las primeras 72 horas por su soberbia y bilis tragada por lo que intentaron hacerle los del Frente Popular, pero no para un largo plazo».

Se enfrentó al comandante militar Díaz Freijó por incumplir la promesa de fusilar un preso por cada víctima de los bombardeos republicanos. Incluso se ofreció a ocupar su puesto, «aunque solo fuera para este acto». Una de las razones que aludía era que en Menorca, donde sirvió tres años, los republicanos ya habían asesinado a 98 compañeros suyos.

El 7 de agosto de 1936, tras caer Formentera, pidió por radio que «cada habitante fuera un defensor, armándose en la forma que se pudiera, hasta con piedras y palos». El 31 de agosto asumió la comandancia de las operaciones en la Batalla de Mallorca y obtuvo la primera victoria en mucho tiempo: la conquista de la montaña de Son Corb, en Son Servera. Dos días después, los antifascistas se retiraron.

Murió en 1949, con 72 años. Sus hijos unieron para siempre los apellidos García-Ruiz, hoy muy conocidos en la sociedad mallorquina. Uno de ellos, Antonio, fue el arquitecto de la sala Augusta y el Mercat de l’Olivar. La dictadura puso el nombre del general a muchas calles. También a la Porta des Camp de Palma, conocida por sus nietos como la «plaza del abuelo». Allí jugó de pequeña una de sus nietas preferidas, Marieta Morell García-Ruiz, con su amiga Tita Darder, familiar del último alcalde republicano (fusilado en 1937). Solo el tiempo y la casualidad unió dos ramas de estas importantes familias en una amistad que todavía dura. Hoy ya no queda ninguna calle con el nombre del general, mientras que la Porta des Camp tiene un busto de Emili Darder.