Hace medio siglo, una persona de setenta años era un anciano decrépito. Ahora, la mayoría de quienes transitan esa década son adultos mayores activos, divertidos y enredados en mil historias, desde viajes a clubes, deporte, aficiones, amistades y familia. A veces sus agendas son más apretadas que las de sus hijos o nietos. En esa tesitura, un jubilado activo supone una enorme fuente de recursos para el Estado porque consume, se mueve y está encantado de contribuir a la economía de los suyos. Muy lejos de aquellos abuelitos sentados todo el día en la mecedora, con la mantita sobre las rodillas y el cigarrillo entre los dedos. Por eso, desde las alturas se plantean una y mil veces cómo conseguir que ese segmento decida permanecer más tiempo atado al mundo laboral, con su presión y fatiga, y ahora un estudio sugiere que no es buena idea.
Abuelos
Palma31/08/24 0:30
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2 comentarios
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Bon dia. Totalment d'acord. Som els millors clients de la restauració, dels metges/ses i psicòlegs/es, de les farmàcies i omplim els mitjans de transport en temporada baixa perquè no ens agrada l'agobi. Sociables per naturalesa obligats per la nostra habitual solitud i, actualment, amb una gran experiència de les dècades que van cambiar el món i definiren la cultura contemporània. Guardians de la memòria de guerres i dictadures que van torturar els nostres coetanis. Això sí, carregats d'una gigantina preocupació per la deriva social cap l'egocentrisme narcisista i a l'oblit del què va passar el segle XX.
Gran article. No és d'extranyar que treballar amb més de 60 anys sigui dolent per la salut