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Sin duda, nos ha dejado un luchador. Creo que es el rasgo que mejor puede definir a Gabriel Escarrer Juliá, con quien mantuve una relación muy intensa durante mi etapa como alcaldesa de Calvià. Discutimos mucho, protagonizamos varios encontronazos, pero siempre desde el respeto mutuo.
Fue a principios de los noventa cuando empezamos a tener un contacto muy directo. De hecho, él tenía mi teléfono y yo tenía el suyo. Hablábamos con frecuencia y sin intermediarios. El derribo de hoteles obsoletos, enmarcado dentro de nuestro plan para la recuperación de Magaluf, fue lo que originó las mayores colisiones entre ambos.

Nuestra idea de crear una marina inspirada en el modelo francés exigía el derribo de varios hoteles. Además, se trataba del punto más bajo del municipio, entre Son Ferrer y Magaluf, y es una zona inundable. En esa espacio había un hotel de la compañía de Escarrer y el pulso que mantuvimos fue tan duro como largo. Pasaron años, el proyecto decayó y empezamos a trabajar en la recuperación de Magaluf y del término con los paseos, las playas, el invierno europeo y, con la creación del Imserso, las vacaciones de la tercer edad.

Con el paso del tiempo, las cosas se suavizaron y todo resultó más agradable. Incluso me consta que en las comidas familiares, entre los comensales, había algún miembro ‘pronájera’.
Hace unos años coincidimos en Madrid, en un acto de Exceltur. Gabriel Escarrer se acercó y me dijo algo que nunca olvidaré.

-Lo has hecho bien, esto está funcionando...

Lo dijo ante algunos de los empresarios turísticos más importantes de España. Y después de tantas discusiones y tensiones se lo agradecí mucho. Probablemente, iba en su carácter. Era un luchador y ese rasgo marcó su vida. Descanse en paz.