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Los mallorquines y el resto de habitantes de Baleares nos podemos despedir de tres placeres ancestrales. Pescado de la mar a la mesa. Ahora comeremos gambas argentinas semicongeladas. El placer de ver llegar las barcas con el pescado fresco se va a morir. Las familias que con su esfuerzo han mantenido un sector amable y respetuoso van a ser aniquiladas. El paisaje de nuestros puertos perderá el encanto de la tradición para convertirse en lo que ya es. Exposición de nuevos ricos de diferentes nacionalidades inundando nuestros mares de porquería. Esta UE ya no tiene sentido. Sí lo tiene un mercado común europeo que antes funcionaba y ahora se podría utilizar de cara al cambio de eje dominante que está aquí. No ha sabido negociar nada trascendente ni positivo. Vivimos una pesadilla de ópera bufa, deambulando por los arrabales del postureo para acabar en el sendero del patetismo. No hay unión de Estados, cada vez más ostensible. Ahora se dedica a manosear nuestra legitimidad sin conocimiento de causa, tomando decisiones que cuatro falsos expertos sirven en bandeja, cocinada por los lobbies y que afectan nuestro bienestar. No sé nada de pesca, pero hablé con Domingo Bonnín, que representa el sector y que es un hombre de la tierra y la defiende con abnegación y pasión. Me comentaba lo siguiente. Del pescado que se consume en la Isla, solo el 15 % procede de nuestro litoral. Nuestra pesca es más proteccionista que la mayoría de las actividades marinas que circulan por nuestras aguas. Nuestro litoral es el más controlado del Mediterráneo. De las cinco flotas españolas, la nuestra es la más pequeña y extractora. En 1975 teníamos 1.266 embarcaciones, hoy solo 266. Hace cinco años, la UE sentenció que el mar nuestro estaba feneciendo y que debían tomar medidas serias.

Los meapilas, ideólogos disfrazados de falsos técnicos, han decidido tomar medidas sin conocer la realidad. Desde el Estado, como siempre, se busca aplicar la normativa europea ignorándonos porque ni nos conocen, nadie nos defiende y somos poco rentables políticamente si bien en lo económico les damos de mamar nuestra riqueza que nos expolian sin contemplaciones. Nadie excepto nuestro Govern, que lo intenta con tesón. Pero los honderos no pueden con los misiles del poder. Resulta que las medidas de la UE no llegan al sur del Mediterráneo que con pocos controles, sin rigor en extracción de arrastre, etc. Son los auténticos depredadores de nuestro mar. La mentalidad de nuestros pescadores no tiene nada que ver con los peninsulares. Ellos tienen comunicación terrestre fluida, mayoristas, es decir industria. Nosotros somos islas y ello no es rentable. Aquí somos artesanos que mantenemos tradición y amor por lo muestro. Quiero seguir viendo barques de bou y comer nuestro adorado pescado fresco.