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La pasada semana se escenificó la ruptura de la colaboración entre el Govern y Vox, un distanciamiento que -hay que advertirlo- se circunscribe al Parlament; el resto de instituciones no se ven afectadas por esta crisis. La colaboración en el Consell, Ajuntament de Palma y el resto de municipios continúa vigente entre el Partido Popular y la ultraderecha. Marga Prohens ha lanzado el primer órdago de calado contra la cabila parlamentaria de Santiago Abascal, un movimiento del que cabe esperar que no haya marcha atrás. El futuro del PP balear, y en el resto del Estado, pasa por marcar diferencias con la extrema derecha; un detalle que todavía no parecen haber asumido en la dirección central del partido.

Es inaplazable disipar la bruma en la que en ocasiones se confunden PP y Vox, de manera notable en algunas autonomías. Pretender derogar la ley de memoria histórica o devolver el catalán a la categoría de lengua vernácula de regional preferente es un insulto a la historia y la dignidad de los ciudadanos de las Islas, por eso el paso dado por Prohens es de un enorme valor político que también entraña sus riesgos.

Hay que poner en valor el gesto de la izquierda, dispuesta a evitar el oportunismo de la situación para acorralar al Govern; gesto que dudo mucho que pueda tener su reflejo en Madrid teniendo en cuenta la guerra sin cuartel que mantienen PP y PSOE. Balears, en este sentido, puede entenderse como una excepción que se agradece. No obstante, resulta obvio precisar que esta situación es coyuntural, quede mucha legislatura por delante y la inestabilidad parlamentaria del Govern no se puede prolongar de manera indefinida.

El nuevo escenario obliga a movimientos arriesgados por parte del PP balear, desde tratar de provocar la implosión de Vox hasta contemplar como una opción real el adelanto electoral. Algo sucede en Vox cuando sus relaciones con el Govern son imposibles mientras que en el resto de instituciones la colaboración entra dentro de los márgenes de la normalidad política. Entre Manuela Cañadas y Fulgencio Coll hay claras diferencias que sólo los propios militantes de Vox pueden resolver, hasta entonces la prudencia invita a mantenerse a distancia hasta que se resuelva quién manda y para qué en la ultraderecha balear.

Desmayos ferroviarios

La crónica de días atrás sobre las condiciones del transporte ferroviario que publicó este diario explica una de las razones más poderosas del fracaso del transporte público, la pésima calidad de sus prestaciones. El hacinamiento provoca hasta desmayos entre sus usuarios, mientras desde Serveis Ferroviaris de Mallorca, cuyo gerente es José Ramón Orta, se dan unas explicaciones inaceptables. En las actuales condiciones la aspiración de cualquier viajero es poder abandonar el vagón para siempre. Pretender ampliar la red con los mimbres actuales es una quimera. Otro tanto puede decirse de la EMT palmesana, enemistada con las marquesinas para poner a prueba la voluntad de sus pasajeros.