TW
0

Las calles forman un tejido en el que se entrecruzan las moradas de deseo, de envidia, de desdén, de compasión, de amor, de odio…

Miguel de Unamuno

El alcalde de un pequeño pueblo, al terminar su mandato, los vecinos quisieron dedicarle una calle. El alcalde lo rechazó diciendo: «No lo acepto porque otro tendrá que quitarme». Es lo que está sucediendo. Las calles que durante años tenían un nombre, ahora tendrán otro, y todo esto es según el color del gobierno que los mira. El cambio no lo eligen los ciudadanos, no. Lo que hacen los ciudadanos es pagar las placa y demás gastos que cambiar el nombre a una calle conlleva.

Creo que sería bueno llegar a una solución para que esto no suceda con el dinero a cuestas. Quizás se podría poner a las calles nombres de plantas, de flores, o enumerarlas, como en Nueva York. Así las Avenidas serían la Quinta Avenida. La cuarta Avenida o la Primera Avenida.

Los políticos están para gestionar al pueblo con los mínimos gastos. Pero no es así. Uno de los grandes males de nuestro sistema político es la omnipresencia y omnipotencia de los partidos políticos. Que designan a los políticos a su antojo, de modo que el elegido no responde ante los ciudadanos, sino ante el aparato del partido. La obediencia y la sumisión es lo que normalmente se premia, más incluso que la dedicación, valía o dedicación del interesado. En la actual crisis económica que hemos pasado y que aún perdura en la que la clase alta no tiene clase, la clase media no tiene medios, y la clase trabajadora no tiene trabajo, por lo que nos hacen falta políticos de altura, con ambición de mejora, carisma, valentía, honestidad, conocimientos, empatía y entrega. Y como dijo un clásico, los males de la humanidad sólo tendrán remedio cuando los gobiernos estén en manos de personas que hayan alcanzado la sabiduría y la virtud. Creo que no pido la luna…