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Es fácil enfadarse, pero enfadarse cuando hay que enfadarse y saber con quién hay que enfadarse, no es fácil. Los vecinos de Paiporta se enfadaron cuando había que enfadarse porque la mayoría lo había perdido todo. Y se apoderó de ellos la desesperación. Y por eso reaccionaron como reaccionaron, con violencia, ante la visita a la localidad, el domingo 3 de noviembre, del rey Felipe VI y la reina Letizia, acompañados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalidad, Carlos Mazón. Reaccionaron en medio de una gran tensión dejándose llevar por la ira lanzando barro y abucheando a los visitantes. Sánchez no aguantó la situación y abandonó el lugar escoltado por sus guardaespaldas. El rey y la reina aguantaron, hablaron con algunos de los más exaltados y consolaron a quienes envueltos en lágrimas les decían que lo habían perdido todo. También aguantó Mazón, blanco de buen parte de las críticas y la ira de los vecinos. Al igual que había pasado con Sánchez.

Aquel momento de gran tensión vivido en Paiporta por los Reyes, junto con las consecuencias dramáticas de la desgracia traída por la riada, se convirtieron en la doble imagen del año. Por una parte la desgracia sufrida, por otra la serenidad de quien como Jefe del Estado nos representaba a todos los españoles. Haber sido testigos de la serenidad con la que don Felipe afrontó los momentos de tensión fruto del dolor y la desesperación de los vecinos de Paiporta –expresión de cuantos han resultado dañados por la riada– otorga un valor singular a ese episodio de la historia reciente de nuestro país. En la tradición periodística de elegir a una persona o un hecho como referencia más destacada del año convierte a Felipe VI en el personaje del año. No está de más celebrar que tenemos un buen rey.