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Ya lo he comentado en varias ocasiones, pero una vez más no hace daño: que unos contenedores de basura estén situados junto a un carril bici obliga a los ciudadanos a invadirlo para arrojar sus diarios desperdicios. ¿Es lógico? ¿Entra dentro del sentido común que habida cuenta de la velocidad que alcanzan algunos patinetes poniendo en peligro la integridad de las personas, mayores o no mayores, uno deba atravesarlo y permanecer el tiempo que sea necesario para depositar su basura? Pero, claro, las bicis y patinetes van por su carril pero el contenedor está ahí con que no existe otra posibilidad si deseas ser un buen ciudadano. ¿Es posible que se trata de algún tipo de argucia para restar población a Palma? Tiro al blanco con los ciudadanos que lanzan sus bolsas de basura donde les señalan. Es como el huevo y la gallina, ¿qué fue antes el contenedor de basura o el carril bici? Algo similar sucede en la calle Blanquerna. Desde que se convirtió en un teórico paseo para los peatones, ha habido un carril bici que lo atraviesa del mismo color que el resto de la acera para que así los peatones cortos de vista no se enteren que lo invaden y, por consiguiente, sean arrollados. El eje cívico se creó para que el ciudadano no tuviera obstáculos y, en realidad, entre las amplias terrazas y el dichoso carril, se le obliga a caminar a paso de tortuga y, en muchas ocasiones, en fila india. Hasta el propio arquitecto de este eje cívico se opuso al mismo tachándolo de «error». Y como bien señala quince años después sigue habiendo conflicto entre las bicis y peatones con la añadidura de los patinetes, comercializados más para fastidiar que para el bienestar ciudadano porque muchos dueños de patinetes creen poseer licencia para acceder a cualquier lado como si fuera un apéndice de su propio cuerpo. Los centros comerciales ya comienzan a impedir su acceso frente a las pataletas desesperadas de los conductores de patinetes.