Hasta la caída de la Unión Soviética, a final de 1991, vivíamos en un mundo radicalmente injusto pero cierto. Hoy en día vivimos en un mundo mucho más justo, pero también más incierto. En cualquier sistema de relaciones múltiples, no hay nada más preocupante que no saber quien manda o como manda. En 1991, China no era un país decisivo, empezaba su profunda transformación. Los BRICS no existían o no aportaban nada significativo. El Pacífico distaba mucho de ser importante, pero, en cambio, todos los países iberoamericanos tenían regímenes democráticos con la excepción de Cuba y la UE acababa de aprobar el Tratado de Maastricht, que ambicionaba ser la carta constituyente de un proceso definitivo de integración política y económica. En el orden anterior, surgido de la Segunda Guerra Mundial, se vivía en un difícil equilibrio, con un permanente enfrentamiento entre capitalistas y comunistas y sus respectivas áreas de influencia. Era peligroso, pero el miedo a la guerra enfriaba el ambiente cuando subía el tono.
Un mundo muy peligroso
Palma29/12/24 4:00
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1 comentario
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Ha faltado añadir, entre otras cosas, que la OTAN no ha parado criminalmente de crecer desde la caida del muro hasta llegar bajo las mismísimas narices de Rusia rebentando el Nord Stream y las relaciones de con la UE, y que las pretensiones imperiales criminales de Israel en oriente próximo están agitando peligrosamente el avispero. Ah! Y que si los populismos ganan terreno es sobre la cresta de una enorme ola mediática que no es gratuita, si no pagada por un poder financiero endiosado y sin corsés.