Yan Yü, el cocinero chino de 26 años acusado de degollar a una
compatriota y a su hijo en Porto Cristo el pasado viernes, sabía
que estaba cercado por la policía, pero durante dos días consiguió
burlar a los agentes. En la madrugada del domingo al sábado,
empero, el impresionante dispositivo de búsqueda estrechó al máximo
el cerco y consiguió localizarlo oculto entre unos arbustos de Son
Moro, en Porto Cristo Novo.
Las fuerzas de seguridad tenían la seguridad de que «tarde o
temprano» conseguirían encontrar al sospechoso y habían planificado
un perímetro de aproximadamente 10 kilómetros por donde se presumía
que se ocultaba.
A las cuatro de la madrugada, aproximadamente, el círculo
policial llegó a su máxima intensidad y los agentes, con potentes
linternas, detectaron la silueta del chino oculto entre unos
arbustos, perfectamente camuflado. Inicialmente, para que no
huyera, simularon no verlo, pero al final lo rodearon y Yan Yü se
entregó sin ofrecer resistencia. Los funcionarios del Cuerpo
Nacional de Policía lo trasladaron hasta el Hospital de Manacor, ya
que presentaba cortes y rasguños ocasionados durante los dos días
que pasó en el bosque, y los médicos confirmaron que su estado de
salud era óptimo. A continuación lo trasladaron a la Comisaría de
Manacor, en donde ayer continuaba privado de libertad a la espera
de prestar declaración ante la jueza que instruye las
diligencias.
Los funcionarios advirtieron que las ropas del cocinero chino
estaban manchadas de sangre y ya han sido remitidas a un
laboratorio para confirmar si, efectivamente, pertenece al pequeño
David, de dos años, y a su madre, de 31. Yan Yü permaneció más de
48 horas oculto en el mismo pinar y de noche, según han averiguado
los investigadores, se cobijaba en una caseta derruida y
abandonada, en Porto Cristo Novo, en la zona denominada Son
Moro.
El criminal iba cambiando su posición
Los investigadores han averiguado que Yan Yü era muy consciente de
que el círculo policial se estrechaba y en más de una ocasión llegó
a estar muy cerca de los policías, aunque por un golpe de suerte o
por su habilidad para esconderse consiguió eludir el cerco. Su
situación en España era ilegal, ya que parecía de papeles de
residencia o de trabajo, y vivía, antes del doble crimen, en la
semiindigencia. También había pasado una temporada en la casa de Xu
Weidi y su familia, en la calle Concepción de Porto Cristo, y fue
allí donde presumiblemente se enamoró locamente de la joven
pintora. Luego abandonó la vivienda, aunque siguió visitando a la
víctima y a su hijo de dos años, al que también degolló en la
aciaga noche del pasado jueves.
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