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La muerte del niño que fue atacado por un perro en Can Picafort fue una imprudencia o un fue una desgracia. Esta es la gran decisión que deberá tomar el juez Carlos Izquierda, quien será quien dicte sentencia a favor o en contra de Alfredo Cordero, el dueño de «Copi», el dogo argentino que protagonizó este dramático caso.

El juicio quedó ayer visto para sentencia. El fiscal Miguel Angel Subirán mantuvo su petición de un año de cárcel por un delito de imprudencia temeraria. La abogada de la acusación particular, Marta Rosell, en nombre de la familia del niño, reclama cuatro años de prisión. El defensor Juan Luis Matas pide la absolución.

La vista se reanudó ayer con la declaración de una vecina de Can Picafort, cuya ausencia motivó la anterior suspensión. Esta testigo fue la única que declaró en su día que el dogo argentino paseaba suelto, sin ir agarrado a una correa estirada por su dueña. Esta mujer se retractó ayer y reconoció que había mentido. Alegó que se encontraba deprimida.

En las tres sesiones del juicio ni un solo testigo ha confirmado que el dueño dejara suelto al animal, y todos han coincidido que tras el ataque que protagonizó el perro en el colegio de Can Picafort, ocurrido en septiembre, Alfredo Cordero tomó precauciones en su domicilio. Pese a esta ausencia de pruebas testificales, el fiscal considera que el hecho de que andara el perro suelto y sin bozal no afecta al caso; el acusador va mucho más lejos: pide la condena de Cordero por tener en su casa este tipo de animal tan agresivo. El fiscal se preguntó ayer que hace en una casa un perro que sólo sirve para cazar pumas y jabalíes y que no se utiliza para la custodia. La acusación particular va en la misma línea y asegura que no es cierto que el animal se le escapara al hijo del acusado.

La defensa pidió al juez que no se podía ajusticiar al acusado por lo que había ocurrido, no sin antes lamentar profundamente el dolor que la familia del pequeño Francisco Miguel Hiralgo, que fue atacado por el dogo cuando estaba jugando con otros niños en el jardín de su casa en Can Picafort.