Un testigo señala el lugar exacto donde el chico de trece años fue arrollado por el tren. Foto: FERRAN CARBONELL.

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La investigación sobre la muerte de un chico de trece años de edad, tras ser arrollado por el tren, ha evidenciado que el accidente pudo evitarse, porque todas las pruebas apuntan a que se produjo por la propia imprudencia de la víctima y del menor que iba con él. José Antonio Ayelo Sáez fue arrollado por el tren de Inca a su paso por Marratxí. El menor iba de «paquete» en un ciclomotor que conducía un amigo. Intentaron cruzar las vías por un paso sin barreras que está en obras. Se trata de una zona que permite el acceso hacia el polígono y, aunque aparentemente está prohibido, es un paso habitual utilizado por los viandantes y por los motoristas. No tiene barreras ni ninguna señal de peligro.

Manuel Garcías y su compañero Manuel Portales fueron dos de los testigos que vieron el accidente. Ambos trabajan en la construcción de la nueva estación de Marratxí, donde precisamente se produjo el accidente. «Los dos chicos estuvieron toda la tarde pasando por el mismo sitio con la moto. Se turnaban en la conducción. Los albañiles que estaban colocando las baldosas les llamaron la atención y les dijeron que no pasaran más por allí porque era peligroso».

Los dos testigos explicaron que no entienden cómo los dos adolescentes no vieron cómo el tren estaba llegando, porque la visibilidad era buena y además el maquinista hizo sonar la bocina. «Parecía que estaban esperando a que llegara el tren y pasaron sin mirar. El que llevaba la moto se asustó, el otro saltó del ciclomotor, no calculó bien la distancia y fue arrollado. No entiendo qué les pasó, parecía que estaban jugando con la muerte». Los dos trabajadores explicaron que el joven que conducía la moto se quedó quieto junto a la vía del tren. «Miró hacia atrás y esperó a que su amigo volviera, pero se dio cuenta de que había muerto. Esperó unos minutos en la otra parte de la vía y después se marchó». El conductor, que ayer fue localizado por la Guardia Civil, dejó la moto abandonada. El ciclomotor, de la marca Vespino, fue encontrado junto al torrente de Marratxí.