Los sindicatos y la dirección de los ferrocarriles se cruzan
acusaciones sobre las causas del choque provocado por un tren cerca
de Bruselas, el más grave de Bélgica desde 1974, que costó la vida
a ocho personas y heridas a nueve.
Las operaciones de búsqueda de una posible novena víctima
concluyeron ayer tras confirmarse que no hay más cadáveres entre
los amasijos de hierros en Précot, informó un portavoz de la
Sociedad Nacional de Ferrocarriles Belgas. Mientras continúan las
labores de desescombro, arrecia la polémica sobre las causas del
accidente, el tercero del año, y el problema de seguridad en el
sector.
El hecho de que uno de los dos trenes que chocaron, en el
Brabante francófono de Balonia, se saltara un semáforo en rojo y
cambiara de vía ha desatado gran controversia, que se suma a la
pelea en la coalición gubernamental «arco iris» (liberales,
socialistas y verdes) en torno al futuro de la red pública de
ferrocarriles.
El debate se ha visto atizado al trascender que el conductor del
tren que aparentemente ocasionó el siniestro conducía sin
asistencia desde comienzos de año y que en enero pasado se saltó un
semáforo en rojo, lo que le costó un mes de suspensión. El Gobierno
federal y el primer ministro Guy Verhofstadt, ya han anunciado que
tras este accidente «se examinarán las medidas a adoptarse en el
futuro», mientras que los sindicatos ferroviarios se pusieron en
pie de guerra.
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