El dueño de una finca situada en la zona de Sant Jordi, en Palma,
fue juzgado ayer por un delito contra los recursos naturales y el
medio ambiente. El fiscal Adrián Salazar pide 15 meses de prisión
por haber dado muerte a un halcón gerifante, que pertenece a una
especie protegida. El dueño del animal, como acusación particular,
reclama la misma condena, si bien también pide una indemnización de
1.800.000 pesetas, por el valor de este ejemplar.
Los hechos ocurrieron el día 8 de diciembre de 1999 en la finca
conocida como s'Hort de sa Torre Grossa, situada cerca del
aeropuerto. El acusado, Mateo A.G., explicó que el halcón se posó
en su finca y que después se introdujo en el palomar. Al parecer,
el animal se posó sobre un nido, causando la muerte de una paloma y
de sus dos crias. El dueño de la finca indicó que le dio una patada
al pájaro y que ello le causó la muerte. Por tanto, el acusado
sostiene que, si bien es cierto que mató a este ejemplar, lo hizo
en defensa de sus animales. También niega que hubiera disparado
contra el halcón, porque no tenía ninguna arma en casa.
El dueño del halcón, en cambio, afirma que la rapaz murió por un
disparo. Se trataba de un ejemplar que vivía en cautividad, y que
ese día se le escapó, pero pudo localizar su ruta por un transmisor
que llevaba colocado en la pata. Dos aficionados a la cetrería, que
acompañaban al dueño del halcón el día que ocurrieron los hechos,
afirmaron que ellos también escucharon el disparo y explicaron que
el animal tenía heridas de perdigones en las patas. Como expertos,
ambos explicaron que el halcón que murió era un híbrido, porque
tenía mezcla de las razas gerifante y sacre. Coincidieron también
que este tipo de animal no suele entrar en zonas cerradas, como
puede ser un palomar, y mucho menos que ataque a tres aves a la
vez.
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