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Alberto O.V. fue detenido el pasado día 26 de marzo en el aeropuerto de Quito, en Ecuador. Un individuo en Barcelona le convenció para que viajara a Sudamérica en busca de droga. La policía de Ecuador descubrió que en su equipaje escondía unos dos kilos de cocaína. Por ello se le detuvo. Este joven, que vivía en Palma antes de su detención, se encuentra ahora recluido en la cárcel a la espera de que se celebre el juicio. Este delito de tráfico de drogas está castigado en Ecuador con una pena que puede ir de los 10 a los 12 años de cárcel. Pese a que el preso mallorquín lleva más de tres meses en prisión, el abogado de oficio todavía no ha ido a visitarle.

La asociación para la ayuda a los presos españoles en el extranjero, «APEX», se ha mostrado dispuesta a ayudar a este mallorquín. El presidente de esta asociación, Joaquín Bravo, se puso en contacto con la Conselleria de Benestar Social del Govern, para que ayudara al mallorquín que se encuentra en esta prisión. La consellera Fernanda Caro explicó que Alberto O.A. tiene una discapacidad mental del 51 por ciento, que ha sido incluso reconocida por los tribunales.

Pese a que tiene 27 años su edad su capacidad mental es la de un niño de trece años. Caro señaló que el Código Penal de Ecuador contempla como atenuante o eximente esta incapacidad mental, y por ello el Govern pretende ayudar al preso mallorquín porque hasta ahora «ha sufrido una total indefensión». Joaquín Bravo explicó que él viajará pronto a Ecuador, financiado por el Govern, para interesarse personalmente por la situación de Alberto. Se entrevistará con jueces y con el defensor del pueblo para que se le reconozca esta incapacidad mental a Alberto.

«Pediremos que se archive la causa o que se celebre un juicio justo. Queremos que Alberto vuelva a Palma con su familia», señaló el presidente del APEX, que señaló que en la cárcel donde se encuentra el mallorquín hay otros 50 reclusos españoles «a los que también intentaremos ayudar». Joaquín Bravo explicó que en estas cárceles impera la corrupción, y que el recluso necesita dinero para comprar cualquier cosa, incluido los alimentos que precisa para sobrevivir.