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EFE-MOLISE Italia despidió conmocionada y llorando a los 26 niños y tres adultos que murieron en el terremoto que sacudió el sur del país y se cebó con San Giuliano di Puglia, la pequeña localidad de la región Molise donde vivían las víctimas y donde se celebraron ayer los funerales.

Bajo una gran carpa levantada al lado del polideportivo, uno de los escasos edificios que no se vieron afectados por el terremoto de 5'4 grados Richter del pasado jueves, fueron colocados sobre el suelo los 26 ataúdes blancos y los tres de los adultos.

Repleto de flores blancas de todos los tipos, el lugar hubiera pasado por un jardín florido si no fuese porque debajo de aquellas flores se encontraban los restos mortales de toda una generación de un pueblo y el futuro truncado de una localidad de 1.200 habitantes, que ve, entre otras, como todas sus casas han quedado inhabitables por el temblor.

La ceremonia fue oficiada por el obispo de Termoli-Larino (diócesis a la que pertenece San Giuliano), Tomasso Valentinetti, y concelebrada por los párrocos del pueblo, así como numerosos sacerdotes de la zona y obispos, entre ellos el Nuncio Vaticano en Italia, Paolo Romeo, enviado por el Papa para expresar su «paternal cercanía». A la misma asistió el Jefe del Estado, Carlo Azeglio Ciampi, y su esposa, Franca, a la que se la vio llorar en numerosos momentos.