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EFE-TEGUCIGALPA
El infierno de sangre y fuego que asoló la granja penal de El Porvenir, zona caribeña de Honduras, dejó al menos 66 muertos y 25 heridos, en la peor revuelta carcelaria ocurrida en este país centroamericano. El propio presidente de Honduras, Ricardo Maduro, quien se desplazó al lugar de los hechos, confirmó las cifras de muertos y heridos, pero aclaró que «son datos preliminares».

Medios locales de prensa, que citaron fuentes policiales y hospitalarias, aseguraron que los muertos (entre carbonizados, fallecidos por bala y por otras armas) son 86 y varias decenas los heridos. Al menos un policía murió y otro resultó herido, dijo una fuente de la Policía Nacional Preventiva (PNP). La directora del hospital Atlántida (estatal) del puerto de La Ceiba, Mirna Martínez, indicó que la morgue de ese centro resultó insuficiente para albergar los cadáveres.

Maduro anunció el nombramiento de una comisión investigadora de los hechos, la suspensión de las autoridades de la granja penal y el reforzamiento de la seguridad en los 24 presidios de Honduras. El mandatario expresó «a los familiares de las personas que perdieron sus vidas el pésame profundo de parte mía, de parte del Gobierno de la República y del pueblo hondureño».

«Las causas de esta tragedia ha sido una confrontación entre las 'maras' (pandillas juveniles) y algunos reclusos comunes», indicó y añadió que el exceso de reos «también tiene que ver con lo que pasó». Los pandilleros se enfrentaron con armas de fuego, machetes y otras y después incendiaron una gran parte del centro penal, mientras que guardias del centro, policías y militares intentaban sofocar la revuelta también a tiros.