Los delincuentes habían planificado a la perfección el «golpe» y
esperaron al fin de semana para ejecutarlo. En la madrugada del
sábado al domingo se desplazaron hasta la calle Dalias de
Palmanyola, en el término de Bunyola, y forzaron el acceso al
centro de la tercera edad.
Su objetivo, evidentemente, no era ese local, sino el contiguo,
es decir, la sucursal de Sa Nostra. Para poder entrar en el banco
practicaron durante horas un boquete en una de las paredes y
finalmente accedieron al interior. Los investigadores tienen el
convencimiento de que los «butroneros» iban perfectamente equipados
y que además eran conscientes de que tenían muchas horas por
delante, lo que les permitía trabajar con relativa tranquilidad. Su
primer cometido, ya dentro del banco, fue localizar la caja fuerte
y a continuación aplicaron un soplete de gran potencia sobre el
lateral derecho, forjado en acero macizo. Las láminas fueron
cediendo y al final pudieron apoderarse de su contenido. Los
asaltantes, sin embargo, no se dieron por satisfechos y continuaron
registrando la oficina, en busca de más dinero en efectivo. Así las
cosas, reventaron las partes traseras de los cajeros automáticos,
los buzones que no se ven desde la calle y que contienen los
billetes. Las fuentes consultadas añadieron que los «butroneros» se
habían apropiado también de un ordenador y material de oficina,
aunque este dato no ha podido ser confirmado.
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