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JAVIER JIMÉNEZ-GUILLEM PICÓ
Margarita Veny Bonet tenía 58 años y vivía sola en una planta baja de la calle Major de la Colònia de Sant Jordi, junto a la Plaça Constitució. Estaba divorciada y trabajaba como cocinera en el restaurante Los Cazadores, ubicado en la carretera de sa Ràpita.

En los pisos superiores de su vivienda vivían sus dos hijos, un joven de unos 27 años y una mujer de 32. Precisamente su hija le había hecho abuela por primera vez hace diez meses y sus allegados cuentan que Margarita era, después de años de sufrimiento a causa de su separación, «una mujer plenamente feliz». Desde hacía poco tiempo se veía con Jordi, con el que mantenía una vieja amistad. El martes por la noche la cocinera cenó y estuvo con sus hijos hasta, aproximadamente, las once de la noche.

Al día siguiente tenía libre y Jordi irrumpió en su casa pasada la medianoche, con la intención clara de matarla. Margarita, que le franqueó la puerta sin sospechar nada, fue asesinada sobre la cama de su dormitorio, de seis puñaladas, una de las cuales le atravesó el corazón y le ocasionó la muerte.

La calle Major se encontraba en calma absoluta a esas horas y nadie escuchó o vio nada extraño, incluso cuando Jordi salió de la casa, con las ropas ensangrentadas, y se subió a su coche Ford Mondeo con la intención de suicidarse. Minutos antes había intentado quitarse la vida clavándose un cuchillo en el abdomen, pero se asustó y la herida que se infligió delante del cadáver de su amiga no fue muy profunda, al menos no lo suficiente para causarle la muerte.