Entre la rotonda de Son Valentí y el estadio de Son Moix el agua llegó a alcanzar un metro de altura. Foto: Julián Aguirre

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J.JIMÉNEZ/P.MATAS/G.PICÓ
Lluvia más o menos copiosa e inundaciones son, trístemente, sinónimos en Palma. Ayer quedó otra vez de manifiesto que esta ciudad es un caos en cuanto llega una tromba de agua e, incluso, cuando llueve más de la cuenta. Y además las consecuencias fueron fatales: un conductor murió en un acceso de la autopista de Inca al deslizarse en una curva y tres personas resultaron heridos al caer parte del techo de un supermercado en la Plaza Fleming.

Durante toda la noche se registraron precipitaciones de cierta intensidad, pero escalonadas. Sin embargo, no cabía duda de que si el panorama continuaba así la situación se descontrolaría, tal y como sucede invariablemente. Y la confirmación llegó entre las 10.30 y las 11.30 horas. La lluvia se convirtió en tromba de agua y la ciudad, ya mojada, quedó sumida en el caos, con alcantarillas rebosantes, comercios inundados y calles y carreteras colapsadas.

Las Ramblas, el Born, Antoni Marqués, Cardenal Despuig, Pascual Ribot, el Passeig Marítim, el puente de Son Oliva, Joan Maragall, Antoni Maura y Son Valentí, entre otras zonas, sufrieron un cambio brusco y sus calles y aceras quedaron anegadas. En ese intervalo de tiempo, tan breve y tan nefasto, Leopoldo Luis Boffa murió en un accidente de tráfico, una veintena de vehículos sufrió siniestros de consideración y el techo de una gran superficie comercial cedió porque se había acumulado una gran cantidad de agua en el piso superior.

Los servicios de emergencias, durante ese tiempo, se vieron desbordados: el 112, la Policía Local, los bomberos e incluso el Cuerpo Nacional de Policía recibieron cientos de llamadas, y tuvieron que priorizar los servicios, ya que no daban abasto.