La imputada, sentada en el banquillo ante su abogado, Fernando Mateas. Fotos: JFM

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El juicio que se inició ayer en la Audiencia de Palma contra Titti Lilian Irene Gyllenas, la mujer sueca que está acusada de asesinar a su ex marido, un cabo de la Guardia Civil que estaba destinado en Andratx, puso en evidencia los numerosos cabos sueltos que quedaron por investigar.

La Guardia Civil, que no halló ni una sola huella de la acusada en el lugar del crimen, ocurrido en febrero del pasado año en un apartamento de Palmanova, sostiene que ella realizó una confesión espontánea en la que reconoció que había matado a su ex marido. Sin embargo, la mujer, que sólo quiso responder ayer a las preguntas que le formuló su abogado, negó ayer esta confesión, que de hecho no aparece reflejada en ninguna declaración escrita, ni policial ni judicial.

El cabo Francisco Javier Orejena García apareció muerto en su apartamento el día 10 de febrero del año pasado. El hombre, que estaba separado de la acusada (con quien tenía dos hijos) fue descubierto muerto por un compañero. Estaba tumbado en el suelo, junto al sofá, con un fuerte traumatismo en la cabeza.

Desde el principio la Guardia Civil, que envió a Mallorca un equipo especial en busca de pruebas, lanzó sus sospechas sobre la ex mujer del fallecido. Desde el día siguiente de que se descubriera el cadáver varios agentes vigilaron los movimientos de la mujer, que en la primera entrevista que mantuvo con los investigadores reconoció que el viernes día 8 de febrero se encontró con su ex marido en el colegio de sus hijos porque se celebraba el carnaval. Sin embargo, ya en la segunda entrevista reconoció que la noche de los hechos Francisco Orejena se presentó en su casa.

«Era muy tarde. Me dijo que quería ver a los niños, pero no me gustó porque estaban a punto de irse a dormir». Aún así, la mujer explicó que su marido estuvo hablando con su hijo mayor. La acusada indicó que la víctima «me dijo que no se encontraba bien. Me pidió si podía quedarse a dormir en mi casa, pero le dije que no porque no me apetecía que por la mañana se encontrara con los niños y se hicieran ilusiones de que habíamos vuelto juntos».