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La segunda sesión del juicio por el asesinato del guardia civil de Andratx, por el que se acusa a su ex mujer de ser la autora, quedó marcada por las dudas que se están planteando al jurado para determinar la hora de la muerte. Estas dudas se sembraron cuando los médicos forenses, dos adscritos al juzgado y uno contratado por el abogado defensor Fernando Mateas, no coinciden en el día y la hora en la que pudo morir Francisco Javier Orejana. Los forenses Juan Luis Poncela y Vidal Santos sitúan la muerte en la noche del viernes día 8 de febrero del pasado año.

En cambio, el médico Miguel Timoner cree que con las pruebas que se hicieron pudo morir el día siguiente, es decir, el sábado. En la primera posibilidad hay muchos indicios, e incluso dos testigos, que sitúan a la acusada Titti Lilian Irene Gyllenas en el lugar del crimen. Sin embargo, si la muerte se produjo el sábado la acusada cuenta con una coartada, ya que aquel día estuvo con sus hijos y con una amiga.

El médico forense que dirigió la autopsia explicó que en el estómago de la víctima había encontrado restos de verdura y que pidió a los guardias civiles que asistieron a la autopsia que averiguaran a qué hora pudo la víctima haber ingerido este alimento. La sorpresa surgió cuando el médico afirmó que algún agente de la Guardia Civil de Palma, que no pudo identificar, le indicó que se había averiguado que el viernes por la tarde el cabo comió una hamburguesa y por la noche había cenado verduras.

Por ello, según reconoció el forense, basándose en esta averiguación policial, situó la hora de la muerte el viernes por la noche, cuando en su primer informe del levantamiento del cadáver (el domingo por la tarde) calculó que la víctima llevaba muerta sólo doce horas. Este dato sobre qué había comido el cabo aquella noche, y que no había aparecido en ningún momento del juicio, provocó que el abogado defensor pidiera que, o bien se suspendiera la vista, o se llamara a declarar a los guardias que estuvieron presentes en la autopsia.