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A las seis de la mañana Clemente Rodríguez, completamente ido, despertó a sus padres y les contó que acababa de matar a su todavía mujer.

Cecilia Guerrero vivía en el número 13 de la avenida Constitució, en un segundo piso, en una finca propiedad de Juan y Pilar, sus padres. En el edificio, en los bajos, tenía su negocio Andrés, el hermano: un taller de coches. En los otros pisos vivían los progenitores con dos de sus hijos, Juana y Andres, y arriba sus dos hermanas, Pili y Cecilia.

Los vecinos, según contaron ayer, pensaban que el matrimonio ya no compartía piso y que, de hecho, Clemente no dormía en esa dirección la noche del crimen. Sin embargo, fuentes de la investigación confirmaron que el presunto asesino sí pernoctó en la vivienda, aunque en cuartos separados.

Cuando el cónyuge, que es de origen extremeño y trabaja en el ramo de la construcción, confesó el crimen, el hermano de la víctima, que además de tener un taller es auxiliar de la Policía Local de Son Servera, corrió al piso para auxiliarla. Cecilia yacía sobre su cama, aparentemente inerte, y el agente intentó reanimarla durante algunos minutos, sin conseguirlo. Entre él y el suegro de la mujer, que acababa de oír el relato de boca de Clemente y también fue al piso, trasladaron a la mujer en coche hasta la Unitat Sanitària del pueblo, que se encuentra a sólo 500 metros. Los médicos intentaron reanimarla, y luego acudió el personal de una Uvi-Móvil del 061, que tampoco consiguió recuperarla. Pasadas las 11.30 horas de la mañana, la empresa funeraria de Sant Joan recogió el cadáver en la parte de atrás del centro médico, y lo trasladó al cementerio de Palma, donde hoy está previsto que se le efectúe la preceptiva autopsia.