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Desde principios del pasado mes de noviembre, los responsables policiales fueron recibiendo denuncias por parte de escolares de Luis Vives, Madina Mayurca y Josep Maria Llompart que habían sido asaltados a la salida o entrada de los centros docentes. El modus operandi era casi siempre el mismo: un grupo de adolescentes, de edades comprendidas entre los 12 y los 16 años, se apostaban junto a los colegios, en los horarios de mañana o tarde, y rodeaban a la «víctima». Normalmente, escogían a estudiantes menores de 13 años y en otros casos reparaban en su objetivo dependiendo de si el zagal llevaba unas zapatillas que les gustaba o una mochila 'apetecible'. Los botines que obtenían, en determinados casos, eran ridículos, y se limitaban a uno o dos euros. En otros, sin embargo, se apoderaban de videoconsolas, relojes de calidad, teléfonos móviles y otros efectos. En casi todos los asaltos amedrentaban a la víctima para que no contara lo sucedido, por lo que los investigadores creen que hay más atracados no denunciados.

Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de la policía es la actitud chulesca y los modos violentos de los más menores de la banda, de sólo doce años, que a esa edad ya están hechos todo unos hampones. Para conseguir jeringuillas de toxicómanos, normalmente visitaban «picaderos» del barrio chino, y recogían las agujas tiradas. Luego, con las «armas» en su poder, se trasladaban hasta el colegio elegido y esperaban que entraran o salieran escolares. Para abordarlos, esperaban a que estuvieran solos, para que no ofrecieran resistencia y se asustaran más fácilmente.