Juan Ramón, el padre de Marc, y su compañera, Begoña, con un retrato del joven. Foto: GUILLEM PICÓ

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Su gran afición es la literatura y durante su excursión por Brasil tenía la intención de conocer los pueblos de Benjamin Constant, que lleva el nombre de un escritor francés admirado por Marc, Leticia y Atalaya do Norte. Se trata de tres localidades fronterizas entre Colombia, Brasil y Perú, y es allí donde se pierde la pista del joven mallorquín. «Existe constancia policial de que el 30 de noviembre salió de la capital colombiana, y luego nos han dicho que el 2 de enero pasó un control policial en Leticia, pero es un dato poco fiable, del que no ha quedado ningún documento», añade Juan Ramón. La embajada española en Colombia, Interpol y la policía de Palma llevan semanas realizando ímprobas gestiones para recabar datos sobre el paradero de Marc, y también las autoridades peruanas y brasileñas están al corriente de su desaparición. El diplomático mallorquín Jaime Segura, destinado en Jamaica, también se ha movilizado atendiendo a las peticiones de la familia. El progenitor, con todo, quiere que el caso obtenga el máximo eco posible «porque cuanto más nos movilicemos más esperanzas tendremos de encontrar a mi hijo». El profesor palmesano es de complexión normal, mide 1,76 centímetros y pesa 64 kilos. Cuando desapareció llevaba el pelo muy largo, y vestía vaqueros y botas. Para no llevar la tarjeta de crédito por el Amazonas, se la dejó a un amigo, al igual que algunas pertenencias. Un dato que alarma especialmente a Juan Ramón y su compañera, Begoña, es que Marc es un joven extremadamente responsable «que siempre nos decía dónde estaba y nos llamaba. Nunca ha hecho un viaje y se ha esfumado de esta manera». Su madre reside en París, donde él vivía, y también está realizando todo tipo de movimientos para dar a conocer su caso, que ha tenido amplia cobertura en los medios de comunicación franceses.