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El vecino de Calvià, acompañado de Miguel Àngel Bibiloni, su mejor amigo, ha seguido durante dos semanas los pasos de Marc, en la frontera entre Colombia, Brasil y Perú.

Cada día, a las seis de la mañana, los dos mallorquines se ponían en marcha y cubrían cientos de kilómetros, en coches, barcazas o a pie. En el pueblo de Leticia encontraron constancia de que Marc había estado allí, en el mes de diciembre, y también se confirmó que el filólogo, de 22 años, había dejado ropas y pertenencias en una aldea. Sin embargo, los otros intentos por tener más noticias del joven han sido inútiles y Marc y su compañero, ya extenuados, regresaron ayer por la tarde a Son Sant Joan. «No se lo puede haber tragado la tierra; es increíble, pero es como si Marc se hubiera esfumado», comentó Begoña, la compañera de Juan Ramón. La mujer lamentó que durante estas dos semanas en las que el vecino de Calvià ha rastreado distintas rutas del Amazonas «nadie del Govern haya tenido la delicadeza de llamarnos para interesarse por la búsqueda», habida cuenta que el viaje de Marc y su amigo fue financiado por el ejecutivo autonómico.

El joven profesor mallorquín vivía en París, con su madre y su hermana, y el año pasado, al acabar la carrera, obtuvo una beca para ejercer de profesor de francés en la universidad Javeriana de Bogotá. «Era toda una oportunidad para él y no se lo pensó dos veces», recuerda su familia. La estancia en Colombia transcurría sin sobresaltos hasta que Marc decidió hacer una excursión de varias semanas por el Amazonas. Se adentró en una serie de pueblos y aldeas en la frontera entre ese país, Perú y Ecuador, y a principios del mes de enero desapareció. Su padre tenía la esperanza de que hubiera caído enfermo y que lo estuviera cuidando alguna tribu indígena de la zona, pero después del viaje las esperanzas están menguando y la desesperación va en aumento.