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Los peritos afirmaron ayer que F.A.S., el cirujano que en 2001 operó a un joven de 12 años de un testículo que posteriormente perdió, no cometió ninguna negligencia. Los dos médicos, que comparecieron ayer en el Juzgado de lo Penal número 3 de Palma a proposición de la defensa, aseguraron que el facultativo realizó un diagnóstico correcto tras su primera revisión realizada al paciente, que se produjo el 25 de febrero. Ese día, el doctor concluyó que el joven padecía una hernia inguinal que consiguió reducir tras una primera intervención. A continuación, le prescribió algunos calmantes y lo envió a casa hasta la fecha de la operación, que fijó para el día 28.

Ya en la sala de operaciones, el cirujano observó que su paciente no sólo padecía una hernia, sino que además presentaba un cuadro clínico de torsión testicular.

Los peritos descartaron que el doctor se «pasara por alto» esta última patología. Aseguraron que, de haberla padecido, apenas en un par de horas hubiera presentado inflamaciones, enrojecimientos y dolores insoportables acompañados de náuseas. De este modo, en un plazo de seis a ocho horas la situación ya hubiera sido irreversible y el testículo hubiera sufrido la necropsia. Uno de los peritos apuntó que, en ese plazo, el testículo ya estaría «negro como la toga del fiscal», por lo que dedujo que el joven pudo sufrir la torsión el día anterior a la operación.